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PEPE G.-PUMARINO
Lunes, 4 de febrero 2013, 09:46
«Qué grande es sentirse de un pueblo con orgullo de sus propias raíces». Esta frase, pronunciada ayer por el pregonero de las fiestas del Santísimo Cristo del Socorro de Luanco, Ramón García Cuervo, define la esencia de todo su discurso, con el que supo calar en el sentimiento más profundo de los cientos de asistentes que llenaron el salón de actos del instituto luanquín. En su proclama de esta centenaria celebración, profundizó en los orígenes marineros de la villa, deteniéndose en algunas de las épocas en las que la actividad pesquera e industrial protagonizó los aspectos sociales más significativos de la historia local.
En ese capítulo, destacó la gran influencia que tuvo el gremio de mareantes a finales del siglo XIX, que fue capaz de competir con Gijón en una dura pugna, porque la bahía luanquina optaba a albergar el gran puerto de la región, que finalmente quedó radicado en Gijón. Un hecho con el que se puso de relieve la fuerza y la influencia de la que, entonces, gozaban las gentes del concejo gozoniego, «al estar en primera línea de lucha por el progreso, que honra su esfuerzo, compitiendo con Gijón».
En su discurso, que se prolongó 23 minutos, Ramón García Cuervo, se detuvo en otros pasajes de su vida marcados por una profunda vinculación con las gentes de la mar, por donde pasaba también la actividad comercial de su familia.
Y, así, confesó sentir admiración por la gente de la mar. «Recuerdo, siendo niño, cuando acompañaba a mi padre a llevar sidra al Bar del Muelle y también patatas a los barcos durante la costera de bonito», hizo memoria. Y recordó también que quedaba impresionado con el ambiente que había en ese bar por las animadísimas tertulias entre los marineros, que «sentía respeto y admiración por la forma tan audaz y arriesgada de ganarse la vida que tenía aquella gente».
Un discurso, en suma, con el que quiso rendir un profundo homenaje a los hombres (y, de manera especial, a las mujeres de los pescadores) que protagonizaron una buena parte de su infancia y juventud.
Por último, Ramón García Cuervo, conocido popularmente como Ramón de 'Lagarcivil', puso de relieve la importancia de «una fiesta que supone una inyección de orgullo de pertenecer a este pueblo». Especialmente, el momento de la entrada en el templo de la imagen del Santísimo Cristo del Socorro, recibido por el pueblo entonando con fuerza 'Venid aquí, hijos todos del mar'. «Un momento que te pone la piel de gallina, en el que sientes con fuerza la pertenencia a esta tierra y a este pueblo».
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