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RAMÓN MUÑIZ
Miércoles, 30 de enero 2013, 13:50
El Principado no tiene intención de retomar el plan de cría en cautividad de Paca y Tola. Al menos, ésta es la posición que ayer mostró María Jesús Álvarez, consejera de Agroganadería y Recursos Autóctonos del Principado, quien considera que el citado protocolo «fue una iniciativa interesante pero finalizó sin éxito».
Una vez desactivado el mismo «la naturaleza siguió su curso» -reconoció Álvarez- y de ahí que el jueves pasado fuera encontrado en el encame de Tola una cría, fallecida presuntamente aplastada por la madre. Precisamente la constatación de que la osa es capaz de reproducirse enfrenta ahora a sus vigilantes al dilema de volver a intentar que quede preñada o asumir que se ha perdido la última oportunidad.
En una entrevista con este periódico, el director de la Fundación Oso de Asturias, Carlos Zapico, reconocía la cuestión, pero aplazaba la decisión al respecto: «Hay que ver primero qué nos dice la necropsia de la cría, si nació viva o muerta. Es muy importante, porque si llegó muerta, quiere decir que Tola es incapaz de lograr la reproducción» con éxito. Con el informe, y en caso de que el esbardo hubiera efectivamente muerto por aplastamiento, habría que analizar el estado de Tola, si la artrosis que padece le impide enfrentarse a una nueva campaña de cópulas. Dada la envergadura de Furaco, el macho que ahora convive con la osa, Zapico sugería la posibilidad de analizar si se continuaba con él «o con otro».
Son por tanto muchas las condiciones que han de darse para reactivar el plan de cría. La consejera de Agroganadería admitió ayer, al término del Consejo de Gobierno, que las osas de Proaza son un «emblema» del Principado, pero recordó que tanto los asturianos como su Administración tienen «problemas más serios». Además, manifestó que la recuperación del oso pardo cantábrico como especie «va más allá del cercado de Proaza».
Evolución de la especie
En 1989 eran seis los ejemplares avistados con crías en la región, una cifra que se ha elevado a los 29 de 2010. Tras la evolución está la estimación de que la población de osos pardos cantábricos se sitúe en los 200; de ellos, solo Paca y Tola viven en condiciones de semilibertad, en un cercado cuya función es la sensibilización ambiental.
Recordados los números, la consejera estimó «desmesuradas» las críticas lanzadas por Foro y el PP tras descubrirse que Tola tuvo una cría que murió. Para la titular de Agroganadería se actuó «con trasparencia» al comunicar el hallazgo del esbardo muerto el jueves pasado, horas después de tener noticia del mismo.
La Fundación Oso de Asturias, que gestiona el cercado en el que desde 1996 viven las hermanas, suscribió en 2006 un acuerdo con el Grupo de Investigación en Técnicas de Reproducción Asistida de la Facultad de Veterinaria de León al objeto de lograr esbardos. Fruto de esta asistencia, se desestimó la fecundación 'in vitro' dado que no se ha logrado culminar con éxito en osos pardos cantábricos. Como única alternativa, los especialistas recomendaron buscar en el parque de Cabárceno un macho que cubriera a las osas.
El plan culminó con la introducción de 'Furaco' en un nuevo cercado de manejo, donde los tres ejemplares podían familiarizarse y ser separados en caso de producirse un rechazo violento. Después de tres campañas de celo y cientos de montas, la Fundación Oso de Asturias perdió la esperanza y desactivó el plan de cría. El pasado jueves el biólogo José Tuñón encontró una cría muerta en el encame de Tola. El ejemplar pesaba 330 gramos y mostraba un aplastamiento en el cráneo. La sorpresa por el hallazgo hizo reflexionar a propios y extraños.
El presidente de la Fundación, Carlos Zapico, reconocía que «con lo que ahora sabemos, no descarto que Tola malograra otra cría en 2010». Aquel año la osa hibernó en el cercado del Monte Fernanchín, fuera del control de sus veterinarios. Tola acostumbra a interrumpir su aletargamiento a finales de enero, pero aquella vez pasó varios meses sin mostrarse. Las esperanzas por un posible alumbramiento quedaron frustradas al mostrarse Tola, en abril, sin la compañía de la deseada cría. Los técnicos de la Fundación rastrearon la zona sin dar con señales del probable esbardo. «A ese bicho se lo pudo llevar una alimaña», razona ahora Zapico.
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