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La ronda de Gijón es uno de los puntos que han perdido iluminación; en la imagen, las farolas apagadas entre las salidas de Viesques y El Llano . :: JOAQUIN BILBAO
El ministerio apaga cientos de farolas en las carreteras asturianas para ahorrar
Asturias

El ministerio apaga cientos de farolas en las carreteras asturianas para ahorrar

José Blanco inició la medida, Sáenz de Santamaría criticó la pérdida de seguridad y ahora Ana Pastor la continúa

RAMÓN MUÑIZ

Martes, 29 de enero 2013, 03:10

El Ministerio de Fomento tiene apagadas cientos de farolas en las carreteras asturianas. Sólo en el nudo de Serín, donde bifurcan su camino las autovías que unen Gijón, Oviedo y Avilés, hay medio centenar. En la salida que la autovía del Cantábrico (A-8) ofrece a Gijón, antes del viaducto de Somonte, se cuentan 40. La ronda ovetense muestra una treintena cegadas y medio centenar con al menos una de sus dos bombillas desconectadas. Al Oriente la medida alcanza a los enlaces de la autovía del Cantábrico (A-8) en Celorio, Naves y Llovio. También a la Nacional 634 en San Roque. Al Occidente, EL COMERCIO localizó luminarias en desuso en la salida de la A-8 hacia la N-632, en la de Ballota, Barcia, y en la vía al aeropuerto.

El Estado compró todas estas farolas y pagó su instalación por creerlas necesarias. Ahora la prioridad es ahorrar. Fomento suma dos años y medio modificando sus propios reglamentos para extender la desconexión del alumbrado sin vulnerar la legislación. La última directriz, de junio de 2013, mandata «reducir el consumo de energía en general, excepto en túneles y tramos donde la intensidad media de tráfico sea superior a 80.000 vehículos al día, o 60.000 en caso de clima lluvioso», explican en el ministerio.

En Asturias la red estatal pasa por poco de los 800 kilómetros, de los que 47,1 son en túnel. En la 'Y' y en las circunvalaciones de Oviedo y Gijón se alcanzan puntualmente las cotas de tráfico exigidas por Fomento. ¿Supone eso que el resto de las vías quedarán a oscuras? «No, por motivos de seguridad se mantendrá la iluminación en las glorietas, travesías o puntos con una especial accidentalidad», matizan en el ministerio.

Éste es el límite actual de un apagón que se extiende desde que en junio de 2010 la Dirección General de Carreteras remitiera a todas sus demarcaciones una nota de servicio interna abriendo la veda. Aquella instrucción señalaba que «como regla general, se apagarán los tramos de autovía en campo abierto»; si los funcionarios entendían peligroso dejar a oscuras algún enclave de estas características debían recabar una autorización expresa de Madrid para indultar sus luminarias. «En los tramos urbanos o periurbanos de autovías, se planteará restringir la iluminación en cuanto a intensidad y franja horaria», agregaba la directriz. Respecto a los enlaces, el documento ordenó la desconexión si el tráfico era débil. La excepción a esta política la constituían entonces las carreteras convencionales, donde «se mantendrá la iluminación existente».

Fruto de este primer paso empezaron a sucumbir algunas farolas en las autovías estatales de aquí (las A-8, A-63, A-64 y A-66) y del resto del país. La medida se ejecutó sin debate público pese a romper con los valores que Fomento aplicaba -y obligaba a aplicar- en la cuestión. Las 'Recomendaciones para la iluminación de carreteras y túneles', que la propia Dirección General había sancionado en 1999 y que apostaba por «la iluminación de las autopistas y autovías con un tráfico mínimo de 22.000 vehículos de media diaria», se convirtió a partir de entonces en papel mojado.

El resultado fue no obstante del agrado del entonces ministro José Blanco. En abril de 2011 el político lucense presentaba en sociedad un 'Plan de ahorro y eficiencia' para Fomento, con 100 medidas de ajuste que, según estimó, permitirían ahorrar al erario público 11.500 millones hasta 2020. Entre las decisiones, el documento reconocía por primera vez que ya se habían apagado en todo el país y «sin disminuir la seguridad viaria, un total de 14.854 puntos de luz, sin ningún coste». En seis meses, la solución había supuesto «un ahorro en el consumo energético de 1,35 millones de euros».

Menos flujo a las que siguen

Para mejorar semejante resultado, el entonces director general José María Pertierra remitió unas instrucciones complementarias a la anterior nota de servicio al objeto de «reducir el consumo de energía eléctrica». Los nuevos parámetros señalaban que el alumbrado aún en servicio en tramos abiertos «deberá disponer del correspondiente sistema de reducción de flujo luminoso». Las farolas supervivientes tenían que ver reducida su potencia como mínimo un 35%, exigiéndose que al menos un día a la semana los técnicos comprobasen el correcto funcionamiento de este recorte.

Las nuevas órdenes cruzaban otra línea roja: «En caso de intensidades de tráfico muy bajas podrá reducirse la luminancia» en el interior de los túneles, bien rebajando la potencia de las luces o apagando alguno de los puntos de luz. «En casos excepcionales y tramos concretos, por razones que afecten a la seguridad vial» los funcionarios de la región seguían autorizados a «proponer para su aprobación» en Madrid el perdón de alguna luminaria.

Ésta vez la vuelta de tuerca no pasó desapercibida. El PP puso el grito en el cielo con una proposición no de ley firmada por Soraya Sáenz de Santamaría instando a Blanco a «asumir su responsabilidad» y «mantener el actual alumbrado». Era diciembre de 2010, el último que los populares pasaron en la oposición; tirando de estudios sobre el tema, recordaron que «la conducción durante la noche o el crepúsculo y la mala iluminación de las carreteras aumentan la probabilidad y gravedad de los accidentes, mientras la correcta iluminación puede reducir alrededor de un 30% el número de víctimas de accidentes». Tras revisar los datos de la Dirección General de Tráfico, el PP denunciaba también que «el 45% de las muertes ocasionadas por accidentes de tráfico se produce durante la noche o el crepúsculo, y de éstas, más de la mitad tiene lugar en vías sin iluminar».

La cuenta sigue valiendo. Hace unos meses la Asociación Española de la Carretera divulgó un informe según el cual, el 17% de las muertes en accidentes de tráfico se producen en vías sin luz. El estudio estuvo financiado por los fabricantes de iluminación que, en lugar de desconectar farolas, proponían sustituir las viejas luminarias por bombillas de bajo consumo. De este modo se mantendría la seguridad y lograría a la larga el mismo ahorro ahora pretendido.

La idea no ha detenido una epidemia, la de farolas apagadas, que crece a ojos vista. En los últimos años ponerse al volante por la noche sitúa al conductor ante un asfalto más negro. La falta de estímulos lumínicos incrementa la sensación de aislamiento. En 'la autovía de los viaductos', esto es, la A-8 en el Occidente, resulta casi imposible saber cuándo se circula sobre tierra y cuándo en un puente si el vehículo avanza a 100 kilómetros por hora.

Los políticos asturianos han empezado a seguir el rastro de apagones. El senador de Foro Isidro Martínez Oblanca preguntó por el del puente de los Santos, aclarándole el ministerio de Ana Pastor que ahora y «salvo en los tramos que discurren en túnel, la iluminación no es un elemento necesario de acuerdo con la normativa vigente, sino que es una mejora de la red». En diciembre fue el socialista Antonio Trevín quien pidió explicaciones por una disminución «drástica» en el alumbrado del enlace de Mudarri, la A-8, la CN-634 y la CN 632. El último en sumarse, este mes, es Gaspar Llamazares, de IU, denunciando la falta de luz en los barrios aledaños a la salida sur de Oviedo.

En realidad y como queda dicho, la tercera reforma normativa realizada por Fomento le faculta a desconectar las luces de todo lo que no sea la 'Y'.

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