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E. C.
Martes, 22 de enero 2013, 15:15
Ha cruzado Gijón, de La Camocha a Poniente, espléndida y perfectamente, pero cargada de nostalgia. Es la locomotora diésel MSP nº 1 D, la última máquina ferroviaria que quedaba en la mina y que hoy se instala en el Museo del Ferrocarril, donde pasará sus últimos días. No será mala esta nueva oportunidad para la máquina, pero poco tendrá que ver con los tiempos en que hacía maniobras en el apeadero de ferrocarril de la barriada, cuando a su alrededor bullía la actividad minera. Ahora, la vieja máquina centrará las miradas de los cientos de curiosos que visitan el Museo del Ferrocarril y pasará a formar parte de su fabulosa colección, de las mejores del país, para complementar el trabajo de la ya famosa locomotora de vapor SAF 1, una de las protagonistas habituales de las jornadas del vapor que se llevan a cabo periódicamente en dicho museo.
Aunque corresponde a un diseño de la empresa británica Hunslet Holdings LTD, la MSP nº 1 D fue fabricada en el País Vasco bajo licencia por Babcock & Wilcox en 1973. Su destino era realizar maniobras en el cargadero del ferrocarril de Mina La Camocha, donde estuvo trabajando en esta función hasta 1986. Tras permanecer unos años fuera de servicio, por su importancia como testimonio del desaparecido ferrocarril entre Veriña y La Camocha, con ocasión del 75 aniversario de la explotación fue restaurada exteriormente y colocada como monumento en los jardines de las oficinas de la mina.
28 toneladas
El peso de la locomotora es de unas 28 toneladas y mide casi ocho metros de longitud, dos y medio de ancho y tres y medio de alto, por lo que para su traslado se ha usado un transporte especial que ha recorrido la calles de la ciudad.
Con el ingreso de esta locomotora en el Museo del Ferrocarril, esta institución gijonesa consolida la más amplia muestra ferroviaria industrial de España y una de las más importantes de toda Europa. La colección de objetos del museo supera el millar de piezas. De ellas, un centenar son material móvil, es decir locomotoras y vagones, de hasta siete anchos de vía diferentes. Completan este importante tesoro, vestigio de otra época, faroles, herramientas, señales, teléfonos y un sinfín de objetos vinculados al mundo del ferrocarril que tantos aficionados tiene.
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