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J. F. GALÁN
Sábado, 19 de enero 2013, 03:33
Las mejoras 'casadielles' del mundo se venden en Piedras Blancas, en la Pastelería Elvira, un establecimiento sito en la Calle de La Libertad que acaba de ganar ni más ni menos que el Campeonato del Mundo de Casadielles. La competición se celebró en La Foz de Morcín, y como era de esperar todos los participantes eran del país. La casadiella es un postre autóctono, un dulce 'made in Asturias 'que difícilmente se puede encontrar en otras latitudes.
Lo dice un conocido eslogan publicitario y también Alejandro Riesgo, el propietario de la Pastelería Elvira: «El secreto está en la masa». La de sus casadiellas es de hojaldre hecho con mantequilla, sin aceite, fina al tacto y al mismo tiempo con una textura compacta, para que no se resquebraje al cogerla, algo que no es fácil de conseguir.
Si el exterior es importante, el interior no lo es menos. «El relleno fue lo que más le gustó al jurado, que era muy exigente», afirma Riesgo, sin poder ocultar cierto orgullo. Aquí hay pocos secretos: nuez, azúcar y anís, como mandan los cánones. Eso sí, cada ingrediente en su justa medida. «Hay algunos confiteros que, en su afán por innovar, introducen otros licores, pero nosotros nos mantenemos fieles a la receta tradicional, la de toda la vida. Una casadiella es una casadiella», explica. Y no le falta razón.
Una vez hecha la masa y el relleno llega la hora de freír las casadiellas, quizá el momento más delicado y sin duda, decisivo. «Hay que hacerlo con paciencia. El aceite no debe estar ni muy frío ni muy caliente, a unos 180 grados, y no hay tiempos establecidos. Hay que atenderlas constantemente, una a una, ver coómo se van dorando y sacarlas en el momento justo, ni antes ni después», precisa.
El Campeonato del Mundo de Casadiellas fue el postre de la Fiesta de San Antón, en la que la tradición manda degustar un buen pote de nabos. La competencia fue dura. Participaron una docena de confitería y veinticuatro particulares, cada uno de los cuales hubo de presentar seis casadiellas. Y la más sabrosas de todas fueron las que puso sobre la mesa la Pastelería Elvira. Al margen del fallo, la bandeja en las que las presentó quedó limpia en un abrir y cerrar de ojos.
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