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GONZALO DÍAZ-RUBÍN
Viernes, 18 de enero 2013, 04:11
Durante años, Oviedo ha tratado de coser la herida que supuso la apertura de la 'Y' en el norte de la ciudad con pasarelas, puentes como el de Ángel Cañedo o el de Rubín o proyectos faraónicos como la losa de Santullano. Foro defendió ayer dejar la cicatriz, pero curar el corte: convertir en un bulevar urbano casi los dos últimos kilómetros de la entrada de la autopista, desde más allá de Guillén Lafuerza hasta la glorieta de la Cruz Roja.
Los concejales José Donate y Belén Arganza presentaron ayer en rueda de prensa lo que es una «ampliación» del proyecto que defendieron durante la elaboración de los presupuestos, tras consultar con los vecinos y con técnicos competentes, explicaron. Si entonces proponían dar un tratamiento urbano a los últimos 600 metros, desde el puente de Ángel Cañedo, ahora aspiran a convertir en bulevar los últimos 1.900 metros.
La transformación, que debería acometerse por fases y no sin «un riguroso estudio de tráfico previo», arrancaría en una gran glorieta de distribución «donde hoy está el cartel que anuncia la llegada a Oviedo», expuso gráficamente Donate. Desde ese punto, la autopista se convertiría en calle, ajardinando la mediana, convirtiendo las bandas de protección a ambos lados en zonas verdes y dejando aceras de tres metros en lugar de arcenes. En los laterales, sería necesario, explicó Arganza, algún movimiento de tierras para reducir los taludes y facilitar «la unión entre ambas márgenes».
Un tratamiento que permitiría la unión, con pasos de peatones, de ambos lados y haría «superflua», en palabras de Donate, la nueva pasarela de Ventanielles que el equipo de gobierno quiere licitar en febrero por más de medio millón de euros y que pidió paralizar.
Santullano y dineros
La propuesta de Foro prevé variar el trazado actual de la autopista junto a Santullano para alejar el tráfico todo lo posible de la iglesia sin invadir los terrenos de la fábrica de La Vega. La reducción de la mediana y los arcenes permitiría al monumento prerrománico «ganar unos 80 metros» de distancia con la vía, principal causa de su deterioro exterior y del de sus pinturas murales interiores, subrayó Arganza. «La losa, además de costes muy elevados, no es una solución y conlleva riesgos estructurales», alertó la concejala, que dejó a los técnicos que estudien si su propuesta sería compatible con el soterramiento parcial del tráfico en la glorieta de la Cruz Roja.
Para financiar el proyecto, que Arganza estimó en un coste de entre 10 y 12 millones de euros, Donate apostó por invertir la partida de la pasarela para hacer los estudios y aprovechar los fondos no gastados del 'Plan A', «unos dos millones de euros», previstos para cubrir las terrazas del Auditorio, la pasarela entre las estaciones de tren y autobús y el puente sobre la ronda Sur. Arganza añadió que se podría sondear a la Unesco, el 1% Cultural y que Europa «está ahí para algo más que para reñirnos».
Donate confió en que los otros grupos «vean las ventajas que ofrece este plan y así lo aprueben». Arganza, además, defendió la 'paternidad' de la idea, que atribuyó al que fuera cronista de Asturias, Joaquín Manzanares, y a Emilio Marcos Vallaure, como secretario del Tabularium (el museo creado por el primero), en la técnica dio las gracias al arquitecto Carlos Cabrera.
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