La comunidad educativa cierra filas en defensa de la dirección del IES Nº 1

No quieren que la cosa llegue a aquello que propuso Esperanza Aguirre de que los profesores impartiesen sus clases sobre tarimas, empeñada como estaba cuando era presidenta de la comunidad madrileña en recuperar para los docentes la autoridad y que llegó incluso a ver con buenos ojos que los alumnos saludasen en pie a los maestros al inicio de las clases.

No es necesario llegar a esos extremos ni se trata de tener en sus manos «un cheque en blanco», pero sí de «cubrirse las espaldas», por lo que la comunidad educativa del IES Nº 1 de Gijón respaldó ayer sin fisuras a la dirección del centro, encabezada por Julián Dizy.

Los docentes creen que la circular remitida a las familias no está de más. «Todo tiene que estar documentado y los permisos, por escrito. Si no, nos sentiríamos desprotegidos», argumentaba María Antonia González, mientras que su compañera Juana Vázquez, profesora de Inglés y de Gestión Administrativa, explicaba que «todo lo que sea controlar a los menores es positivo, además de que redunda en la calidad de su educación».

Dizy se mantuvo firme en sus posiciones y aclaró que, aunque acatará las directrices del Servicio de Inspección Educativa, porque «no se trata de hacer de la modificación de la circular una cuestión de honor», había que «trasladar a los padres que salir del centro educativo con los alumnos no es lo mismo que ser un guía del IMSERSO que enseña a los jubilados el Ayuntamiento de Gijón y al que, de repente, uno se le escapa a una sidrería. Que el profesor es el tutor de ese alumno».

Julián Dizy cargó contra los que se rasgan las vestiduras con la circular de la discordia porque «a lo mejor tuvieron hace cincuenta años un maestro sádico que los reconducía con una vara de avellano». Y defendió que «esto no se trata de que, por no traer hechas las actividades, te crucen la cara».

«Esto se lleva aplicando tres años y no hemos tenido ni una sola queja», concluye el director, que dará su brazo a torcer y elaborará «una redacción alternativa» para el documento, pero, «con esa redacción para los alérgicos a las palabras, las familias no reflexionarán», alerta.