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Domingo, 2 de diciembre 2012, 02:40
«Fuimos a Salinas a aprovisionarnos de material para limpiar, pero como vimos tanta gente allí decidimos ir a la playa del Reguero, donde a veces íbamos a coger llámparas y bígaros, y donde suponíamos que no habría nadie». Elena Criado fue una más de la marea de voluntarios que decidieron echar una mano de forma altruista tan pronto como las playas se tiñeron de negro. Esta avilesina y su marido, Jaime Cuervo, aún tienen presente en la retina el «desolador» panorama que presentaban arenales y pedreros. «Una cosa es verlo en la televisión y otra en vivo y en directo, a mí se me cayó el alma a los pies», asegura Criado.
Más, si cabe, cuando descubrieron que estaban solos en el Reguero, pedrero de difícil acceso cercano a Bayas. «Cuando llegamos había dos chicos mirando el desastre pero se fueron». Así que los avilesinos afrontaron en solitario la ingente tarea. «No sabíamos ni por dónde empezar, si por las rocas, por las maderas o por las manchas compactas de combustible que traía el mar», detalla Criado.
Durante dos días estuvieron limpiando rocas y acarreándolas en bolsas con la sensación de que su labor se desdibujaba ante lo mucho que aún quedaba por hacer.
Elena Criado recuerda que fueron los únicos del grupo de amigos que se implicaron activamente en la recogida, el resto opinaba que era el Estado el que debía encargarse. «¡Pero si la playa la disfrutamos todos! ¿Cómo no íbamos a echar una mano?», se pregunta sorprendida. Aunque la verdadera sorpresa para ella ha sido la completa y rápida recuperación de las playas. «Me cuesta creerlo. Hasta la pared de la playa del Reguero estaba manchada por el combustible lanzado por el oleaje».
Aquel diciembre de 2002 está muy presente en la memoria del matrimonio. Todavía este verano rememoraron lo sucedido cuando visitaban esta playa con unos amigos de Cataluña. «Claro, a ellos les costaba imaginarse todo aquello negro», explican.
Aunque esperan que no vuelva a ocurrir un desastre ecológico parecido, Elena Criado y su marido no dudarían en actuar con la misma diligencia de entonces, ya que tienen muy claro que si disfrutan del medio ambiente tienen que contribuir a su mantenimiento en la medida de lo posible.
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