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RAMÓN AVELLO
Martes, 20 de noviembre 2012, 02:29
En geografía, como en música, los territorios fronterizos están en tierra de nadie. Lo mismo que el recital que la cantante Ute Lemper, el Cuarteto Vogler y el 'músico para todo' (acordeanista,clarinetista, pianista y compositor) Stefan Malzew ofrecieron ayer en el Auditorio Príncipe Felipe, de Oviedo ante un publico que salió encantado del concierto . La primera tierra fronteriza era el propio repertorio, piezas indefinidas entre lo clásico y lo popular, lo culto y lo comercial.
Esta indefinición de estilos, que el tiempo acaba resolviendo entre lo bueno y lo malo, lo que queda y lo que se olvida, está en la 'chanson' francesa de Piaf y Brell, que acaban adentrándose en el terreno del lied francés; está en Piazzola, que traspasa la línea del tango en aras de una expresividad universal y, pervive, con una gran fuerza, en la República de Weimar, entre las dos guerras mundiales.
Compositores como Eisler o Weill, interpretados anoche, intentaron poner puentes, dentro de la música contemporánea, entre lo que ellos llamaban 'productores', es decir intérpretes, compositores y editores discográficos, y consumidores. La solución estaba en lo que Weill llamaba una 'musica para la vida cotidiana', directa, fácil de escuchar y radicalmente expresiva. Inicialmente se le denominó la 'Gebrauchsmusik', o 'música de consumo' que podría ser música para un coro, para una película, para una ópera o para el cabaret.
Todo este mundo entre lo popular y lo clásico cobró una sugerente y atractiva proyección artística en el recital de anoche. Comenzó con los cuartetos envueltos en una fragancia expresionista de Erwin Schulhoff. La obra de este músico alemán fallecido en 1942 tras recalar en varios campos de concentración es una caricatura descarnada con aires de vals, de serenata... Lo más interesante del concierto es la sutil mezcla de los arreglos para cuarteto y la voz de la diva alemana.
Ute Lempler se adentró en esos tres repertorios'fronterizos'. Su voz pastosa y algo oscura, al estilo de Marlene Dietrich, no estuvo bien amplificada durante las primeras versiones de canciones de Édith Piaf. Sonó mucho mejor después, con la música alemana de entreguerras, denominada posteriormente debido a la peculiar situación alemana en los años treinta 'Kampflyrik', 'lírica del combate'. Lo más significativo, la peculiar versión de la ópera de 'Cuatro cuartos' de Kurt Weill, especialmente, el clásico 'Mack the Knife' (nuestro Pedro Navajas).
Otra faceta del recital fueron la 'Chanson' francesa, de Edith Piaf a Brell -su versión de Nemet quitt pas fue de lo más aplaudido-, y la música de Astor Piazzola, que interpretó con bastante pasión y unos arreglos muy característicos del bandoneonista argentino.
El espectáculo está más cercano al musical que a un recital propiamente clásico, pero precisamente ahí reside la gracia, el gusto y, sobre todo, esa amplitud no sólo de repertorio sino de públicos: mucho más heterogéneo que el que asiste a los recitales líricos. Aplaudieron generosamente a la intérprete alemana, que concedió una amplia propina adentrándose ya en los territorios del jazz y la improvisación. Un gran éxito de la música.
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