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JAVIER FERNÁNDEZ
Domingo, 18 de noviembre 2012, 11:24
La industria asturiana vive uno de sus peores momentos. Algunos de sus baluartes históricos se han desmoronado en el último mes y otros se encuentran heridos de muerte. Su pilar fundamental, Arcelor, atraviesa grandes dificultades lo que pone en peligro los 6.000 empleos en la región. Los trabajadores han sido incapaces de alcanzar un acuerdo con la dirección -que trata de reducir los costes laborales un 20% descolgándose del convenio marco- y el futuro de las plantas asturianas está ahora en manos de un árbitro.
Septiembre se llevó 4.249 puestos de trabajo de Asturias y llevó el número de parados en la región hasta los 103.384. El sector servicios lideró el hundimiento con una caída tras el fin del periodo estival (27.808 desempleados), seguido por la industria, actividad que han calificado sindicatos y partidos como «pulmón económico». La evolución no ha mejorado desde entonces. Las graves dificultades que vive el sector han empujado al abismo a fabricas emblemáticas como Suzuki o Rioglass, y ha dejado sin trabajo a 731 profesionales industriales que se suman a otros tantos caídos en desgracia debido a los estragos de la crisis.
El cierre de la planta gijonesa de Suzuki deja sin trabajo a 170 personas y pone fin a más de 60 años de producción de motocicletas. El Principado, el Ayuntamiento de Gijón, la plantilla y una consultora contratada por la multinacional se esmeran en la caza de un nuevo inversor que mantenga la actividad. Todas las partes han reconocido, sin embargo, que las expectativas están por los suelos y que la dificultad de encontrar una empresa que quiera recalar en las instalaciones de Porceyo es extrema.
La situación de Rioglass Solar no es mucho mejor. La dirección de esta empresa productora de espejos parabólicos propuso esta semana un paquete de ajustes que incluía 91 despidos y el cese de actividad de su fábrica de Sovilla, en Mieres. Tras una negociación mantenida el pasado viernes con los sindicatos, la compañía rebajó la regulación a 70 empleados y abrió la puerta a que la actividad en su planta mierense persista. La plantilla, sin embargo, considera que la factoría no sería capaz de producir con los puestos de trabajo que la empresa quiere mantener y acusan a la dirección de llevar a cabo un «cierre encubierto».
Famila S. A. comenzó a producir en Granda (Gijón) en 1980. Más de 32 años después sus 58 trabajadores están a la espera de una decisión judicial que autorice un expediente de liquidación que haría desaparecer sus empleos. Desde mayo están inmersos en un ERE rotatorio que afecta a toda la plantilla, que no cobra sus salarios desde abril. Tampoco recibieron la paga extra de diciembre de 2011 y una parte de la de junio del mismo año.
Los retrasos, los impagos y los ajustes se han convertido en algo común en Coto Minero Cantábrico (CMC). La minería, antaño actividad emblemática de Asturias, se encuentra en situación límite. Los recortes aplicados por el Gobierno de Rajoy sobre las ayudas para el carbón de este año han llevado a los mineros asturianos a una movilización sostenida que alcanzó incluso la capital del país. El Ministerio de Industria no dio su brazo a torcer y las soluciones aún están por llegar. Esta semana entró en vigor un ERE de 6 meses que afecta a los 230 trabajadores de la explotación de CMC en Cerredo (Degaña). De las instalaciones, en las que el empresario Victorino Alonso invirtió 45 millones en 2009, no saldrá ni una piedra de carbón en medio año y el comité teme que tras este periodo la empresa no readmita a todos los regulados.
Los fusibles de la marca Crady ya no se producirán en Gijón. El resto de sus productos electrónicos tampoco. La histórica compañía, perteneciente al Grupo Temper, está abocada a cerrar sus puertas. Su única alternativa, que aparezca un comprador cuya llegada es tan incierta como la de un nuevo inversor para Suzuki.
En 2008, Prenor contaba con 160 trabajadores y facturas pendientes de cobro por importe de dos millones de euros. Hoy la empresa productora de prefabricados industriales ha entrado en concurso de acreedores, una pesada losa para sus 38 empleados. Otra víctima más de un otoño negro para la industria asturiana.
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