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Por la izquierda, Alicia Fernández Villa, Aurelio Álvarez, María Eugenia Vigil, Ana Jesús Rodríguez Hevia y Eva García García. :: SERGIO LÓPEZ
Cuando el niño no para quieto
AVILES

Cuando el niño no para quieto

Siete profesionales del área abordan de forma multidisciplinar el tratamiento del Trastorno de Atención e Hiperactividad Salud Mental Infantil cuenta desde hace cinco años un grupo específico para abordar el TDAH

FERNANDO DEL BUSTO fdelbusto@lavozdeaviles.es

Lunes, 12 de noviembre 2012, 11:00

TDAH, hiperactivo, niño travieso, revoltoso... Un revuelto de ideas y conceptos a partir de una realidad que provoca el sufrimiento de muchas familias y sus hijos: el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH). «Existe un riesgo de banalizar los conceptos. De igual manera que no se confunde la tristeza de un adulto con una depresión, un comportamiento muy activo de un niño no será un TDAH», comenta Aurelio Álvarez, psiquiatra de Salud Mental Infantil.

María Eugenia Vigil, psicóloga clínica de Salud Mental Infantil, recuerda la necesidad de ver a los menores de acuerdo con su edad. «Parece que todos los niños nacen con deterioro. La sociedad es muy dura con ellos y a veces se olvida que es normal que un niño de dos años sea inquieto», reflexiona. Ana Jesús Rodríguez recuerda que «los niños expresan lo que sienten y eso no significa que tengan un problema».

Para la atención y seguimiento de estos casos, Salud Mental Infantil (integrada en el Área de Gestión Clínica de Salud Mental) cuenta con cinco profesionales para abordar estos casos desde su diagnóstico hasta que cumplen quince años. Se trata del psiquiatra Aurelio Álvarez; las psicólogas clínicas María Eugenia Vigil y Ana Jesús Rodríguez Hevia; la trabajadora social Alicia Fernández Villa y la enfermera especialista en Salud Mental Eva García García.

Su trabajo se reforzó en 2007 cuando el servicio de Pediatría del Hospital San Agustín propuso crear un grupo de trabajo específico para el TDAH. Junto con el psiquiatra infantil y las dos psicólogas clínicas, se integraron una pediatra del Hospital, la doctora Ana Isabel Fernández Castro; dos pediatras de Primaria -los doctores Ignacio Pérez Candás y Jesús Llaneza- y una orientadora escolar del equipo de orientación educativa y psicopedagógica -Rosa Fernández-.

Un equipo multidisciplinar con todos los profesionales que intervienen. «De esta manera logramos una coordinación, evitamos duplicidades y unificamos criterios profesionales para mejorar la calidad de la atención y reducir el sufrimiento de los niños y las familias», explican desde Salud Mental.

Y es que si algo preocupa al equipo de Salud Mental Infantil es el bienestar del menor. «No sólo es que tengan un problema, también cómo lo viven. No entienden lo que le sucede y lo pasan muy mal», comenta María Eugenia Vigil.

La multitud de profesionales implicados también refleja el proceso que sigue el menor antes de llegar a Salud Mental Infantil. Las sospechas de hiperactividad suelen surgir en la vida escolar, cuando los tutores sospechan un comportamiento anómalo.

Ante esas dudas, lo comunican a los orientadores escolares que analizan la situación y, si es necesario, informan a los padres. El siguiente paso, corresponde a la familia, que acude a su pediatra y éste deriva el niño hacia Salud Mental Infantil. Como se ve, la longitud del proceso aconseja esa coordinación.

Aunque el camino no termina al llegar a Salud Mental Infantil. El diagnóstico no es sencillo. La única forma es la entrevista clínica, explican los profesionales, por personas con experiencia para poder diferenciarlo de otros trastornos.

Confirmado el diagnóstico, comienza el tratamiento para el que no existe una pauta fija. «Depende de cada niño y cada familia. Puede ser necesaria educación sobre el trastorno, psicoterapia, fármacos, psicoterapia individual con el propio niño... Pueden ser necesarias intervenciones educativas que decide y planifica el equipo de orientación», aseveran en Salud Mental Infantil.

Como norma general, el resultado se traduce en una mejora. «Hasta donde, es difícil precisarlo. Depende de cada caso. Influyen muchos factores, pero como norma general siempre se produce una mejoría», concluyen desde Salud Mental Infantil.

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