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Un primer conductor perdió el control y se accidentó, los 40 restantes se fueron atrapando unos a otros. La calzada de la A-66 sentido Gijón quedó más de una hora cerrada al tráfico. :: JESÚS DIAZ Y GUARDIA CIVIL DE TRÁFICO
Caos en la ronda de Oviedo: 41 coches implicados y siete heridos
Asturias

Caos en la ronda de Oviedo: 41 coches implicados y siete heridos

Una tromba de granizo desencadenó un accidente que mantuvo colapsada la vía más de una hora

RAMÓN MUÑIZ

Lunes, 12 de noviembre 2012, 08:47

Cuarenta y un coches dañados y siete heridos leves rescatados en ambulancia. Una tromba de granizo acaecida ayer en la circunvalación de Oviedo complicó la conducción hasta ocasionar un primer accidente del que no pudieron escapar los turismos que venían detrás. El tramo de la A-66 donde tuvo lugar el siniestro es uno de los más saturados de la región, con 63.157 circulaciones diarias el año pasado (la cota más alta de la red) y una velocidad media de paso por encima de los 100 kilómetros por hora.

Sobre este segmento, ayer a las 14.45 horas se registró la descarga de una granizada tan violenta que «por más que pusieras los limpiaparabrisas a tope, no veías nada», describe Javier Fidalgo, uno de los automovilistas que se vieron afectados. Al poco el hielo asentó placas hasta convertir el asfalto «en una pista de hielo; era imposible controlar el coche», agrega Fidalgo. Los atestados realizados por la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil sugieren que unos tres minutos después de que comenzara la precipitación, en la calzada con sentido Gijón, una primera conductora perdió el control de su Fiat, golpeándose contra la barrera izquierda y quedando atravesada. «El resto sucedió en cadena», relataban los agentes sobre un incidente imposible de eludir.

«Yo intenté esquivar a uno pero mi coche no respondía, no pude hacer nada», abunda Fidalgo. Cuando Daniel Patiño llegó al lugar «vi a los vehículos atrapados en dos hileras y traté de meterme con el C5 por en medio, para que el golpe fuera menor». En una camioneta Nissan Serena, José Bruno Gavarre y su familia regresaban a Avilés tras despachar antigüedades en el mercado de Oviedo; procuraron refugiarse en el arcén pero no fue posible: «Aunque nosotros redujimos la velocidad bien, dos o tres coches se nos estrellaron por detrás».

Aitor Fernández tuvo tiempo de frenar su modesto Peugeot 306 a tiempo, «a 20 centímetros del que tenía delante, pero al mirar por el espejo retrovisor comprendí que el que me seguía no iba a tener tanto margen». Y el que le seguía era Pablo, con un Megane ranchera al que a su vez golpearon desde atrás: «Me acuerdo de que en un momento dado parecía que todo había parado, y un segundo después perdí de vista al vehículo que hasta entonces me quedaba en la izquierda».

En los puntos kilométricos 27, 27.500 y 28 se localizaron los tres focos del suceso. Hubo turismos que terminaron doblados sobre sí mismos, perdidos el morro y el maletero. La calzada acabó sembrada de cristales, plásticos y metales. Digerido el impacto contra el airbag, «lo primero que hice fue mirar atrás y comprobar que mi hija, de dos años y medio, estaba bien. Al ver que la sillita la retuvo, me volví al asiento del copiloto para abrazar a mi mujer», relata el soldador Daniel Patiño.

Aitor Fernández, estudiante, cuatro años de carnet sin un susto hasta ayer, iba a arbitrar un partido de fútbol, de juveniles, en La Fresneda. Miró el techo de su 306, «completamente destrozado», y salió para ver «si podía ayudar a alguien; había una señora sangrando por la cabeza, otra a la que le dolía el brazo, una más se la llevó enseguida la ambulancia, con collarín».

Las ambulancias llegaron en cuestión de minutos. Advertida la Policía Local de Oviedo, un vehículo con dos agentes se apostó en la glorieta de Fozaneldi, bloqueando el paso por la O-11, para no llevar más víctimas a la A-66. En la autovía, tres dotaciones de la Guardia Civil, al mando del teniente jefe del destacamento de Gijón Julio Zapatero, procuraron poner concierto. Primero pasaron las ambulancias. Luego, el personal de atestados. Entremedias, un desfile de grúas iba deshaciendo el tapón. La calzada de la A-66 en sentido Gijón quedó cerrada algo más de una hora, y no recuperó sus dos carriles hasta pasadas las seis.

Para entonces, las víctimas hacían balance y se descubrían dolores musculares que la adrenalina había acallado. Hablaban con cierta sonrisa, repitiendo que «esto ha sido un golpe de suerte para todo lo que podía haber pasado».

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