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GUILLERMO F. BUERGO
Domingo, 4 de noviembre 2012, 15:59
La lluviosa mañana de ayer no resultó un inconveniente para que cerca de 200 personas se reunieran en la localidad ribadedense de Boquerizo con el fin de rendir homenaje al lugareño Félix Vázquez Ortiz de Galisteo 'Felisín', fallecido el pasado 27 de agosto, a la edad de 59 años, cuando se disponía a iniciar una jornada de pesca en el acantilado próximo a las playas llaniscas de Toranda y Torimbia. Felisín sufrió una parada cardíaca y fue trasladado en helicóptero al hospital comarcal de Arriondas, donde a los pocos minutos de la llegada los médicos certificaban su fallecimiento.
Los 80 habitantes de Boquerizo, y otros tantos llegados desde diferentes lugares de Asturias y Cantabria, asistieron ayer a una misa oficiada por el párroco, Amador Galán, y a continuación procedían a descubrir un monolito para recordar a perpetuidad al malogrado Felisín. Y los presentes, desbordados por la emoción del momento, no tuvieron inconveniente en reconocer en su vecino fallecido determinados valores que le han de convertir en un hombre inolvidable: «Era una persona extraordinaria, trabajador, amable, servicial, excelente hijo, esposo ideal y buen compañero y amigo, con gran capacidad para compartir y disfrutar», dijeron. Hasta calificaron su muerte como «inesperada, injusta y prematura».
Tras la eucaristía, y rodeados por una legión de familiares, vecinos y amigos del recordado Felisín, su padre, Félix Vázquez, de 90 años, y su hermano, Rosendo, fueron los encargados de descubrir la placa tallada en piedra caliza. Y a los lejos se escuchaban lamentos y quejidos musicales desde una viola, en manos de Henar Sánchez.
De glosar la figura de Felisín, desde la óptica de los que le conocieron personalmente, se encargó la lugareña María Romero, quien definió al finado como «gran ser humano y gran vecino y amigo». Por eso a los vecinos no les resultaba «fortuito que tantas personas, de tantas generaciones y procedencias, estemos hoy aquí presentes para rendirle homenaje a su vida, a su legado y a su memoria».
Por parte de la familia intervino Carlos Centeno, quien calificó la muerte de Felisín como «inesperada, por la premura de su partida, a los 59 años, y devastadora, por el terrible sentimiento que nos quedó al perder repentinamente y sin lógica a una buena persona».
De la biografía de Felisín, recordó Centeno que había emigrado a México hace 34 años y que allí «con trabajo y dedicación había conseguido estabilidad laboral, económica y sentimental».
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