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ALEJANDRO CARANTOÑA acarantona@elcomercio.es
Miércoles, 24 de octubre 2012, 02:16
Su nombre precede a su voz: Ainhoa Arteta. Pero no es baladí: han sido treinta y dos años de carrera de la tolosarra, madre de dos hijos y, según ella misma, en la edad perfecta (pasada la cuarentena) para las cualidades vocales. Oviedo tendrá la oportunidad de comprobarlo en dos ocasiones bien distintas próximamente: este sábado ofrece un concierto en el Auditorio Príncipe Felipe con la Orquesta Oviedo Filarmonía, capitaneada por Marzio Conti, y con el barítono Juan Jesús Rodríguez; y en enero, debuta la Elisabetta de Valois en 'Don Carlo', en la Ópera de Oviedo.
-Viene a dar un concierto con piezas de Mozart, Verdi, Puccini y Giordano. Pero usted también tiene papeles más 'raros' en su repertorio, como Ellen Orford en 'Peter Grimes' o Blanche en 'Diálogos de Carmelitas'. ¿En cuáles se siente más cómoda?
-Hombre, en estos conciertos siempre se incluye repertorio habitual. No se suelen poner arias que la gente no conozca; más bien son recitales de bravura. De todos modos tengo que pasar de 'Manon Lescaut' a 'La Traviata' y no sé cómo lo haré...
-El maestro Marzio Conti lleva ya más de un año al frente de la Oviedo Filarmonía, y acaba de debutar en la temporada de ópera. ¿Qué referencias tiene?
-Tengo excelentes referencias de él, como director muy cordial y accesible, de los que generan química con los cantantes. Creo que dominará este repertorio.
-«Química», dice. ¿De qué depende eso?
-Los cantantes solemos requerir directores que respiren contigo y que sepan respirar la obra. Eso ayuda mucho: hay voces más ágiles, más pesadas, que necesitan más aire. Un director de ópera siempre te hace estar más cómoda y suele ser gente con una extremada sensibilidad, porque controla la voz, que es el único instrumento que vive dentro de un cuerpo y que responde a muchos factores.
-Precisamente, usted ha hablado en ocasiones anteriores de la influencia de la maternidad en la voz. ¿Cómo funciona?
-Ante todo quiero puntualizar que no quiero decir que la maternidad te realice automáticamente. Hay colegas excepcionales que no lo han necesitado. Pero sí te puedo decir que la maternidad implica unos cambios hormonales muy fuertes, que engruesan la voz que luego, al dar a luz, vuelve a su ser. Si te has acostumbrado a cantar así, a veces el retorno cuesta. En cualquier caso, son procesos que tienen mucho que ver con la evolución de la vida: la plenitud se alcanza a los 40 o a los 50, cuando el cuerpo sigue en transformación pero ya está duro, hecho. Sí, la plenitud llega a partir de los cuarenta, así que estoy en un buen momento.
-Es obligado preguntarle por la delicada salud de Montserrat Caballé. Llevándolo a un terreno más amplio: en Oviedo vimos 'Werther' en septiembre y la última referencia que había era Alfredo Kraus hace 20 años... Hubo comparaciones, claro. ¿Cómo se debe hacer la transición de esas voces a las nuevas? ¿Cómo abrirles los oídos a los que llegan?
-Es una pregunta compleja. En primer lugar, creo que un cantante nunca se marcha: yo asistí a las últimas horas de vida de Victoria de los Ángeles, y ella se quitaba el respirador y se ponía a cantar. Un artista lo es desde que nace hasta que muere, por eso cuando vas a ver a determinados cantantes no te preocupas tanto por un do, por un si o por un la, sino por cómo resuelven pasajes de extrema dificultad con los recursos disponibles. El 'savoir-faire' es mucho más interesante que esta nota o aquel vibrato, y eso no muere nunca. En segundo lugar, la velocidad de la sociedad actual está imponiendo a los jóvenes un ritmo y un protagonismo que, creo, están muy por encima de sus capacidades, por una mera cuestión de madurez y de agenda. Por último, un artista es un artista en sí. Tenemos que ser generosos y evitar encasillarlos: si algo es igual, es que es una imitación. El cantante que haga eso se está haciendo un flaco favor. Tiene que entregar su propia personalidad.
-En enero la veremos debutar la Elisabetta de Valois en 'Don Carlo'. ¿Qué diferencia a ese trabajo, que incluye actuación, al meramente concertístico?
-A mí me apasiona meterme en los papeles, descubrirles los detalles y sumergirme. Puede ser duro, puede llegar a alienarte, pero el mundo actoral es un pozo sin fondo que enriquece muchísimo. De momento, tengo claro que es una mujer elegante, sensible y de carácter impetuoso. Por lo demás, la descubriréis conmigo. ¡Ya tengo ganas!
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