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El director Luis Rodríguez Menéndez atiende a EL COMERCIO en su despacho del colegio. :: JESÚS DÍAZ
«No se puede dar clase a un niño que venga sin desayunar»
Oviedo

«No se puede dar clase a un niño que venga sin desayunar»

«La Administración podría ceder los libros al colegio y éste a los alumnos para ir reutilizándolos, así no se perderían las becas» Luis Rodríguez Menéndez Director del colegio Germán Fernández Ramos

SUSANA NEIRA

Miércoles, 17 de octubre 2012, 05:14

Luis Rodríguez Menéndez (Oviedo, 1956) lleva 33 años en la enseñanza y es el director del colegio público Germán Fernández Ramos, ubicado en unos terrenos «donde de pequeño venía a cazar grillos». Está al frente de un centro con 450 alumnos -un 30% de inmigrantes- que, según dice orgulloso, nada tiene que envidiar a ninguno privado en calidad, pero con algunas carencias como la creación de un nuevo aulario.

-Llevan tiempo reivindicándolo.

-El Ayuntamiento cedió unos terrenos de 5.000 metros cuadrados que lindan con el colegio. Teníamos la expectativa de que este año pudiera ser, pero las circunstancias hacen que tengamos que esperar tiempos mejores.

-¿Qué dificultades crea la situación actual?

-Hay alumnos de esta zona que se incorporan a las aulas de Colonia Ceano. Puede que haya un niño aquí y el hermano haya que escolarizarlo allí, además del handicap del comedor.

-No está en la lista de actuaciones urgentes del Principado como los centros de La Corredoria, que se han quedado pequeños.

-La Corredoria necesita un centro, es inevitable. El tema de la prioridad es claro, pero aquí no sería crear un centro nuevo, solo un aulario de Infantil y se podría atender la línea 3 (un aula más por nivel) sin gastar un euro.

-¿Cómo podrían ampliar esa oferta de plazas?

-Tenemos tres unidades de Infantil en Ceano y aquí cuatro unidades, y dos aulas vacías. Quedarían seis aulas vacías, por lo que tendríamos un aula más de cada curso. Igual no es necesario en este momento, pero tienes la posibilidad de crear toda una línea en una zona de expansión. Es matar dos pájaros de un tiro. No hay nada que envidiar a un centro privado en calidad, pero estamos en estas condiciones.

-Es el segundo curso del programa bilingüe. ¿Qué balance hace?

-Es una necesidad en la vida de los centros. El problema es que se iba a incorporar en 3 años y con el cambio de gobierno se ha congelado. Además, nadie piensa en que acaban en sexto de Primaria y qué sentido tiene que haya dos centros educativos en esta zona, Pumarín y el nuestro, y el IES no se haya adecuado a este programa. Son cuestiones que la administración tiene que adecuar, como resolver que cada año vengan interinos. Si no fuera por el voluntariado del profesor, la calidad no sería la misma.

-Cuando se habla de crisis y recortes en educación, ¿cómo se traducen en el día a día?

-Primero en el ambiente de tristeza, ese perfil de ilusión y entusiasmo sale, pero cuesta. También se ve algún caso de niños que no desayunan. Los libros pueden costar 250 euros y hay familias monoparentales y en paro. Y la educación es obligatoria y gratuita. Cuando fallan recursos materiales, es muy complicado desde el formalismo dar respuesta. La Administración se da cuenta ahora que los centros deben organiza un banco de libros.

-¿Ya han empezado?

-Los padres ya están informados para colaborar y participar.

-¿Qué más se puede hacer?

-Las editoriales están en su derecho de ganar, pero arbitran mecanismos para que los libros no puedan ser reutilizados. La Administración podría, en lugar de dar becas a particulares, cederlos al centro y éste a los particulares. No es ninguna locura, las becas así no se perderían.

-¿Cómo se aborda un caso de los que comentaba, con un alumno que llega sin desayunar y sin libros al aula?

-Es muy difícil para un centro, a las propias familias no les gusta demostrarlo. Notifiqué en alguna ocasión esa situación a la concejalía y este año se está diciendo que bajo ningún concepto tengan reparo en comunicar esa situación. No se puede dar clase a ningún niño sin desayunar. En lo que a mí me corresponde, no lo consiento. Si no se atiende a estas cuestiones todos los grandes discursos caen en el vacío. Se pueden buscar recursos: dar de comer no es dinero y el tema del desayuno tampoco.

-¿De cuántos casos habla?

-Se da alguno puntual, no son muchos. Es un porcentaje mínimo, un 1 ó 2%, pero hay que atenderlos.

-Eso creará aún más diferencias en las aulas.

-No, es al contrario. Las familias son muy solidarias. Aquellas que tienen recursos y pueden comprar también quieren que esos recursos sirvan par a los demás.

-¿Son buena idea los 'tuppers' de casa en el comedor?

-Sí, solo con que haya algunas familias interesadas, pero no tiene sentido si va suponer un coste mayor. La comida aquí es muy económica, casi sale más barato comer que traerlo de casa. Lo que encarece es la contratación de monitores. Pero aquí el 'tupper' lo utilizamos de otra manera.

-¿Cómo?

-Hay un programa medioambiental y el proyecto de salud va en esa línea. Queremos que traigan el bocadillo en un 'tupper' y así los niños se acostumbran a no gastar papel y no tirarlo donde no deben.

- Tienen jornada continua, ¿es mejor que la partida?

-Fuimos de los primeros centros educativos. El 99% de las familias lo quería. Una jornada continua no se entiende si un centro no se abre a la comunidad. Aquí hay comedor y actividades hasta las diez de la noche, la mayoría gratuitas y de tipo cultural, deportivo... y tenemos clubs en nuestro centro que desarrollan actividades. Permite que el alumno esté atendido hasta el horario de una jornada partida, hasta las cinco.

-¿Cuál es el límite de horas dedicas a aprender y a jugar?

-¿Quién determina lo que es suficiente para la educación del niño? No me atrevo. Sí que hay curvas de rendimiento y las últimas no son iguales que las primeras de la mañana, pero tampoco las primeras de la tarde. Lo que no tiene sentido es en este abanico de actividades por la tarde sea de la misma línea, por eso la oferta es complementaria y queda compensado.

-Cada vez más, los centros públicos apuestan por el uniforme.

-Aquí no. Se comentó en alguna ocasión por parte del AMPA, pero no debe haber mucha demanda.

-¿Es más difícil lidiar con los padres o los niños?

-Las familias, en general, son gente normal. Ahora pueden tener unas dificultades que antes no tenían. El mayor problema es que se vivía en una sociedad donde todo valía y no se podían poner límites a los niños. Todo ese esquema les crea dudas y lo pasan mal.

-¿Cómo se puede inculcar el esfuerzo a un niño que lo consigue todo de manera fácil?

-La carencia de límites hace que no luches por llegar a ellos o superarlos, y cambiar eso es dificil. Cuando a un niño se le plantea eso es un trauma. Antes era normal y uno maduraba. Ahora cualquier cosa te lleva al delirio. Pero no se puede esperar a los 16 años para poner límites. Los padres no pueden ser esclavos de sus hijos. Vemos situaciones ridículas.

-¿Y en el colegio?

-Si exigimos, aumenta el fracaso escolar. Tenemos recursos, profesionales, unos maestros que superan todos los problemas de la Administración, pero si exiges es fracaso y todo el mundo lo enmascara. En la educación nos relajamos para evitarlo. Ahora si exiges, ese maestro es malo. La situación debe cambiar.

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