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AZAHARA VILLACORTA
Domingo, 14 de octubre 2012, 15:11
«Personas que llevaban cotizando treinta años y que no tienen derecho a nada. Madres solas sin ningún tipo de recurso. Estamos viendo realidades verdaderamente sobrecogedoras». La directora de la Fundación Municipal de Servicios Sociales de Gijón, Pilar del Amo, expone en toda su crudeza la situación a la que se enfrentan decenas de familias gijonesas con menores a su cargo después de que el concejo más poblado de Asturias haya comprobado cómo las solicitudes de becas de comedor -63 euros que van a parar a los centros educativos y que «garantizan que los más pequeños hagan, al menos, una comida completa al día»- se disparaban hasta alcanzar cifras «nunca antes vistas».
En total, la Fundación Municipal de Servicios Sociales ha concedido este curso alrededor de 2.400 de estas becas destinadas a familias con escasos recursos, mientras que «otras 400 se quedaron fuera de la convocatoria» en lo que Del Amo califica de «tremendo esfuerzo que no se está haciendo en ningún otro lugar» sin lograr ocultar su preocupación. Consciente de que «hay que buscar nuevas fórmulas para mejorar la cobertura de la población infantil», ahora limitada al alumnado de Primaria.
Las organizaciones no gubernamentales han sido las primeras en dar la voz de alarma: la crisis se está cebando en los más pequeños y «la infancia se ha convertido en el grupo de edad más afectado por la pobreza en nuestro país», denuncia Unicef. Y los datos referidos a Asturias justifican esa alerta: 21.000 menores asturianos viven bajo el umbral de la pobreza, según el Observatorio de la Salud 2012, lo que, negro sobre blanco, significa que casi dos de cada diez críos de la región apenas tiene lo suficiente para sobrevivir. Números que se traducen en instituciones desbordadas.
Lo sufren en Cáritas, que atiende a 400 pequeños dentro de su programa Menores y Familias. «Y no atendemos a más porque, sencillamente, no tenemos recursos para financiar esa ayuda. Bastante hacemos con hacer lo que hacemos», lamenta la responsable del proyecto, Pilar Díaz Cano, que cuenta que los efectos de la pobreza resultan devastadores sobre los más pequeños, los más vulnerables, «afectando directamente a su desarrollo y su madurez». Niños y niñas «a los que, por ejemplo, se les pide buen rendimiento académico cuando, a lo mejor, viven en una pensión en medio de una tensión constante».
Y algo muy parecido refieren en Cruz Roja, que el año pasado atendió a 1.150 menores en sus distintos proyectos de Infancia en Dificultad Social, aunque precisan que «la cifra aumenta si se incluye a los que participaron en programas de Cruz Roja Juventud». Y subiendo: «En lo que va de 2012, llevamos 851, por lo que consideramos que la cifra del año pasado se va a superar ampliamente, ya que, de momento, son 200 más que el año pasado en esta misma fecha».
Son los casos que salen a la luz, porque, «además, está la pobreza vergonzante, silenciosa», la que no se ve, advierten. Aquella que «tira de las redes de solidaridad de familiares y amigos».
Un padre y sus dos hijos en la cocina. Un frigorífico vacío y una tortilla de un solo huevo como única cena. Es la nueva campaña de Cruz Roja, pero es también mucho más: «La realidad que sufren muchísimas familias españolas que tratan de invisibilizar esa situación por vergüenza, pero que tenemos más próximas de lo que creemos, que son nuestros vecinos».
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