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Arturo Chacón-Cruz, vestido como Edgardo, por los pasillos del Teatro Campoamor. :: MARIO ROJAS
«Cuando empecé podía soñar con visitar la Scala. Ahora canto allí»
Cultura

«Cuando empecé podía soñar con visitar la Scala. Ahora canto allí»

Debuta el sábado en el papel de Edgardo en 'Lucia di Lammermoor', segunda ópera de la temporada de Oviedo. Hoy se presenta en el CampoamorArturo Chacón-Cruz Tenor

ALEJANDRO CARANTOÑA acarantona@elcomercio.es

Lunes, 8 de octubre 2012, 06:05

A la segunda clase ya lo supo. Supo que quería ser cantante de ópera; y eso que solo había ido por complacer a su madre. Arturo Chacón-Cruz, de 35 años recién cumplidos, es un mexicano sonriente y enérgico, de acento casi estadounidense, que hoy, en un camerino del Teatro Campoamor, se entusiasma ante el inminente debut de Edgardo di Ravenswood, el sufrido amante de Lucia en la ópera de Donizetti. Lo hará el sábado, en el que ya es el segundo título de la temporada ovetense. Y lo hará como si fuera «un sueño». Aunque, encantado, Chacón-Cruz empieza a asumirlo: es real.

-Empezó cantando mariachi y ahora le vemos ampliar repertorio lírico romántico. ¿Qué hay en el camino?

-De algún modo, el mariachi tiene mucho de romántico. Los temas del macho, la entrega, estar dispuesto a hacer cualquier cosa por amor... Eso está ahí.

-Pero usted empezó a cantar en casa y luego, a estudiar. ¿Por qué? ¿Dónde quedaron los sacrificios?

-Fue algo tardío porque para mí cantar era algo natural. Tenía un tío que cantaba mariachi profesionalmente, que era todo un ejemplo para mí y que murió en un accidente con 25 años. Yo cantaba, me gustaba... Y al final mi madre me convenció para que probara con un maestro en la universidad. A la segunda clase, sabía que quería dedicarme a esto.

-Debuta el papel y debuta con Emilio Sagi. Es suficiente presión, pero... ¿Cuánta viene añadida por el propio papel de Edgardo?

-'Lucia di Lammermoor' es prácticamente una ópera de repertorio, en efecto. Pero es muy directa, el papel está muy claro (mucho más que 'Werther', por ejemplo). En cuanto a la parte dramática, estoy olvidándome de muchas cosas que ya había ideado cuando estudié el papel. Es un personaje muy potente, bipolar incluso: quiere salvar a Lucia, ¡pero también quiere salvar Escocia!

-Tanto en su formación como en la elaboración de este papel se adivina, ya que es usted deportista, algo de superación, de decidir seguir... ¿De dónde ha ido sacando la energía?

-Ilusión, y apoyo de los que te quieren. En México solo hay un teatro de ópera, el Bellas Artes, y no somos muchos los que cantamos. Quiero decir que cuando empecé me decía a mí mismo que quizás, algún día, pudiera llegar a ver la Scala de Milán. A visitarla. Y ahora canto allí. No sé, es... cuestión de fe.

-Plácido Domingo le apadrinó. Él ahora es toda una estrella, da igual lo que toque. ¿Cómo ve a figuras de esa magnitud?

-Plácido es un tipo muy abierto, muy generoso y por eso, allá donde vaya, lo van a recibir bien. Da una sensación de pertenencia que le convierte, creo, en hijo del mundo. Un artista del mundo.

-Él es, por cierto, la cara de visible de la Ópera de Los Ángeles. ¿Ha visto su página web? Parece que venden películas de Spielberg, es todo muy espectacular.

-Sí, eso es necesario. Es Hollywood, a fin de cuentas, y hay que hacer las cosas así para que la gente se fije. Quizás en cinco o seis años haya que volver a las maneras más tradicionales, pero de momento...

-Usted que ya conoce bien los dos lados del charco: ¿qué diferencia hay, en ese sentido, entre los públicos de acá y de allá?

-En Europa el público es mucho más conocedor y, por decirlo de alguna forma, da por hecha la ópera. Está ahí. En América, sin embargo, el cuarenta o el cincuenta por ciento del público de una función va por primera vez. Es muy diferente: allí a Pinkerton, al 'malo' de 'Madama Butterfly', le abuchean por ser 'el malo'. Y se apasionan, lo sienten.

-Usted, que es mexicano. ¿Cuál es la situación de la ópera allí?

-Imagínate que aquí, en España, no hubiera. Y que saliera un cantante de vez en cuando que despunta, y que llega a todo el mundo... Pues eso es lo que ocurre en México. Que la oportunidad es poca y conseguirlo, un sueño. En mi caso, es algo totalmente inesperado. Solo que mientras que México tuvo, dejó de tener y está volviendo, España está dejando de tener ahora... Y es una necesidad.

-Aquí estamos de vacas flacas: con la crisis, todos los teatros tienen recortes. ¿Por qué valdría la pena hacer la inversión?

-La voz humana es el único instrumento que llega a determinadas frecuencias: la de tu madre tiene una, la de alguien enfadado, otra. Identificamos las voces emocionalmente. Pues bien, ponte en que una voz, en ópera, se mueve en una frecuencia única de unos 3.000 Hz. Ahora súmale las de los instrumentos y las del resto de voces del coro, que en este caso son otras sesenta y pico. En total, ponte en que tienes 140 o 150 frecuencias únicas. Y mira cómo entra la gente en el teatro y cómo sale. Y luego ponte que eso te lo llevas a tu vida, a tu trabajo, a tu día a día. ¿Quién sabe si de ahí, de eso que uno se lleva, no va a salir la próxima gran idea?

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