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M. F. ANTUÑA
Sábado, 6 de octubre 2012, 11:55
Es un observador. También un artista. Un ilustrador capaz de sintetizar en una imagen una compleja situación, capaz de usar los trazos de un lápiz y los tonos de la acuarela para hablar sin una sola palabra de lo que pasa en el mundo. La sátira es su cómplice. El ilustrador polaco Pawel Kuczynski (Szczecin, 1976) habló ayer en el Salón del Cómic de Gijón del papel del humor gráfico en el mundo de hoy, de su proceso creativo y de cómo internet ha roto un sinfín de fronteras para los dibujantes.
«Creo que los artistas pueden cambiarlo todo», dice el ilustrador polaco, que sabe que sus dibujos repletos de contenido, de denuncia y de mordacidad pueden sacudir conciencias, pero sobre todo pueden formar parte de la crónica del hoy que llegará a futuras generaciones. «Yo trato de convertir en dibujos mis observaciones sobre la condición humana», indica.
Esa es su misión. Su crónica de un mundo loco en el que el exceso de información hace que la gente quiera leer cada vez más pero también cada vez menos. Dicho de otra forma, se lee mucho, pero muy brevemente, y esa es la razón por la que se viven buenos tiempos para su gremio, porque la ilustración llega, conecta e impacta a golpe de vista.
También a través de internet, que permite que su trabajo y el de muchos de sus colegas llegue a todas partes del mundo. Porque, además, el contenido de sus viñetas, tiene un carácter global que alcanza más allá de lo que sucede en su país. Al fin y al cabo, recuerda, la crisis que sufre España y que podría encajar en muchos de sus dibujos como anillo al dedo, está también presente en otros muchos países.
Esas nuevas tecnologías multiplican el impacto del humor gráfico, pero, sin embargo, él prescinde completamente del ordenador a la hora de crear sus ilustraciones. Lápiz, acuarelas y pinturas son sus herramientas, como lo son también la inspiración y la constancia a partes iguales. Porque -explica- hay días en que llega una idea brillante y el dibujo sale solo y otros en los que es preciso sentarse en el estudio y pensar y dibujar y pensar. «Es un trabajo duro».
Artista global formado en Bellas Artes, asegura que el «arte moderno no interesa a la gente normal», y por esa razón él se ha interesado más por esas ilustraciones satíricas que le permiten lanzar un mensaje, llegar un poco más allá.
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