El Natahoyo encumbra al Coroña

Joaquín y Secundino Cipitria aún recuerdan los baños en aquella «piscina natural, en la mar de basa»; la buena convivencia que, una vez llegaba el verano, podría disfrutarse tostando al sol o compartiendo una botella de sidra. Unas imágenes que se mantienen vivas y frescas en su memoria, porque «retienen buena parte de nuestras vidas, de cuando conocimos a todos nuestros amigos». El monte Coroña, un pequeño promontorio que puede contemplarse a poco que se nade a la derecha de la playa del Arbeyal -junto a los actuales astilleros de Armón, también de antigua Juliana- centrará este mismo sábado la comida anual organiza por el colectivo Amigos del Natahoyo.

Una exposición de 42 fotografías recorrerá la transformación que ha venido sufriendo el espacio. Desde principios del siglo XX, «cuando aquello era un prao al que los vecinos de El Natahoyo acudían incluso para bañarse en la pequeña playa que queda cuando baja la marea»; hasta lo que es ahora, «cerrado al público después de que la calderería y el astillero decidiesen pegarse el una al otro». «De nada nos sirvió ir a un montón de sitios a hacer valer el permiso que nos dieron para seguir yendo. Al final, nos quedamos sin ello», insisten.

Eso sí, la muestra solo podrá ser visitada durante la mañana de este sábado en el restaurante Savannah, día y lugar en el que celebrarán su tradicional comida. Con la de esta ocasión, «a pesar de que alguno ya no está con nosotros», ya son diecinueve convites seguidos compartiendo mesa, mantel y, sobre todo, muy buen humor.

«Aquello era un vergel»

Una exposición sobre un montón de tierra y rocas desde el que también se pescaba. «Y, además, muy bien», anota Joaquín Cipitria, recordando las vivencias de sus padres y abuelos. «Hubo gente que, durante la Guerra Civil, no pasó hambre gracias a que iba a pescar allí. Aquello era un vergel. Había de todo», señala.

También verbenas y espichas, como la celebrada el 9 de julio de 1902, fecha en la que, durante una jira campestre, se rompió el tonel 'El Bólido'. «Así lo recoge el libro 'Rómpese un tonel' -editado por el Colectivo de Vega en Defensa del Medio Rural-, aunque estamos seguros de que, mucho antes, ya se hizo algo así en este lugar. Algo que, sin duda, da buena muestra de la importancia que el monte tenía para todos los vecinos», anotan al unísono Joaquín y Secundino.

Homenaje al 'Chinín'

La del sábado será una comida singular, «triste», por la ausencia de uno los amigos que durante tantos años compartieron vivencias en El Natahoyo. Se trata de Guillermo Menéndez, el 'Chinín', falleció el pasado mes de agosto tras sufrir un paro cardiaco cuando nadaba en aguas de El Arbeyal. «Le tendremos en la memoria. Él cambió todo. Era un hombre típico del barrio, todos estábamos muy bien cuando él andaba cerca», relatan Secundino y Joaquín.

Hace precisamente dos años, el 'Chinín' recibió el cariño de los Amigos del Natahoyo, sus amigos, por su pasión por la natación -disciplina de la que fue precursor en la zona Oeste- y su colaboración a la hora de levantar la primera piscina del Club Natación Santa Olaya.

Durante estos diecinueve años de reuniones, los Amigos del Natahoyo han distinguido a Pedro Sabando -consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid entre 1987 y 1995, además de presidente de la FSM-PSOE entre 2000 y 2007-, Aurelio Menéndez -ministro de Educación y Ciencia entre 1976 y 1977, también marqués de Ibias- y José Luis Álvarez Margaride -presidente de Thyssenkrupp para España y Portugal, fallecido en 2010, «quien trajo la empresa a Asturias»-. También el Club Natación Santa Olaya por su 50 aniversario y la Fundación Revillagigedo recibieron su galardón. Todos, de El Natahoyo.