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Miguel Quintana, en el Campoamor. :: MARIO ROJAS
«Los matices de 'Werther' en francés no se logran en alemán ni en italiano»
Cultura

«Los matices de 'Werther' en francés no se logran en alemán ni en italiano»

Milita en las filas del Coro de la Ópera y sueña con ser el violín de una gran orquesta, pero el destino le ha convertido en solista del primer título de la temporada Miguel Quintana Tenor

PACHÉ MERAYO

Domingo, 26 de agosto 2012, 13:31

Asturiano de Infiesto (1990), es una de las dos voces de la tierra que da cuerpo al elenco de 'Werther', la obra de Massenet con la que el próximo día 11 se abre la LXV temporada de ópera en el Campoamor. Violinista de vocación y formación, lleva, pese a su evidente juventud, 15 años cantando. Empezó en la Escolanía de Covadonga, fue miembro de El León de Oro y el año pasado se incorporaba al Coro de la Asociación de Amigos de la Ópera de Oviedo. Hoy es un tenor debutante, que asume con entusiasmo el rol de Brühlmann, su primer solista.

-¿Nervioso?

-No demasiado. Mi papel es muy pequeño y está todo tan bien planificado y tan medido que ni siquiera creo que afloren los nervios el día del estreno, aunque eso está por ver.

-¿Cómo está viviendo esta experiencia de pasar de estar en el coro a tener nombre propio en escena?

-Como una experiencia magnífica, sobre todo para mí que llevo toda la vida cantando. Es, sin duda, algo muy bueno que he de agradecer profundamente.

-¿Se ve el escenario de forma diferente metido en la piel de un personaje?

-Sí, claro. Ahora participo de todo el entramado del montaje, puedo ver de cerca cómo se mueve todo, cómo se prepara cada milímetro de la ópera. Puedo ver la ópera desde dentro.

-¿Y cómo es la ópera desde dentro?

-Es una gran máquina que pone muchos elementos en movimiento. En los ensayos lo ves todo, como se marcan las situaciones, dónde están los fallos y dónde los aciertos. Escuchando a los directores de escena y musical llegas a advertir qué es lo que está perfecto y qué es lo que debe ser transformado.

-¿Ensaya con los dos directores?

-Sí, cada uno marca una parte de mi trabajo, pero, en realidad tengo más labor con Guy Joosten, que es el que me da las pautas, porque en esta ópera todo está planificado al milímetro. Cada palabra de tu parlamento se corresponde con un gesto de tu cuerpo y eso te lo explica el director de escena, que es muy cercano. Lo gracioso es escuchar cómo en los ensayos se hablan todos los idiomas. Él conoce algo de español, pero habla tan pronto en inglés, como en francés, como en italiano. Pero todos nos entendemos perfectamente.

-Y ¿qué me dice de Yves Abel, el responsable musical?

-Con él tengo poco trabajo, porque mi papel es pequeño. Pero sí me ha dicho, por ejemplo, que debo cantar más fuerte y que debo hallar ciertos matices.

-¿Los ha hallado?

-Llevamos muy pocos días ensayando, pero estoy seguro que lo voy a conseguir. No me cuesta nada cantar, para mí es algo natural que llevo haciendo toda la vida.

-¿Cómo logró el papel de Brülmann?

-Estaba ensayando con el coro y los responsables de la ópera se acercaron a mí. Bueno, en realidad a mi hermano -que también es músico, toca el violonchelo- y a mí. Buscaban un tenor joven y al parecer ambos cumplíamos el perfil. Después, por edad, acabaron eligiéndome a mí.

-¿Feliz?

-Sí, claro.

-Hábleme de su rol. Los personajes principales son los de Werther, Albert y Charlotte, pero y el suyo ¿qué trascendencia tiene en la obra?

-Mi personaje y el que hace de mi novia, Kätchen, a la que interpreta la otra asturiana del elenco, Elena Miró, son, en palabras del director de escena, el amor ideal. Un amor, por cierto, del que se ríen los demás porque es un poco demasiado edulcorado.

-Precisamente a Massenet se le ha criticado por ser edulcorado. Dicen que heredó el leitmotiv de Wagner, pero que lo endulzó sobremanera ¿qué opina?

-Sí, algo endulcorado es, pero no tiene nada que ver con Wagner, en mi humilde opinión. Al menos no con el gran Wagner de 'Tristán e Isolda'.

-Ahora que menciona a Tristán. Algunos críticos dicen que el personaje de Werther es uno de los más difíciles de interpretar. De hecho, le llaman el Tristán francés.

-Realmente es un papel que exige muchísimo a sus intérpretes. En los ensayos con José Bros, que es quien asume su rol, esa dificultad es muy evidente, aunque él la supera perfectamente.

-¿Ha soñado alguna vez con ser el tenor principal?

-Bueno, es algo que me gusta, pero yo con lo que sueño es con ser un buen violinista en una gran orquesta. Es para eso para lo que me llevo años formando. Ahora estudio en el aula del profesor Alexei Mijlin dentro del Conservatorio Superior de Música de Oviedo y mi vocación real es la de músico. Cantar es algo que me fascina, pero no es mi futuro. De momento, gracias a mi voz me estoy pagando mis estudios y disfruto de una maravillosa experiencia.

-¿Qué cualidades tiene la ópera con la que se abre la nueva temporada de Oviedo? ¿Qué es lo que más le llama la atención de ella?

-Me fascina su idioma. Cantar en francés una ópera es muy complicado, pero el francés de 'Werther' le da a la pieza unos matices que son tremendamente atractivos y muy difíciles de lograr con el italiano o con el alemán, los dos grandes lenguajes de la ópera.

-¿Seguirá con el coro o este salto no tiene vuelta atrás?

-Sí, claro. En el Coro de la Ópera está mi lugar. Además nos quedan tres óperas por delante, tenemos que cantar en 'Lucia di Lammermoor', que se estrena en octubre; 'Turandot', que sube a escena en noviembre, y para terminar en 'Don Carlo', en enero y febrero.

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