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AVILES

Los comercios avilesinos no encuentran en las rebajas a su aliado para salvar las ventas

La temporada de descuentos no sirve de acicate para los comercios avilesinos, que ven cómo la demanda es menor que otros años

ÁLVARO MARTÍNEZ

Lunes, 30 de julio 2012, 23:21

Avilés necesita clientela. Esa es la conclusión que uno extrae al observar la excesiva quietud que se da en numerosos establecimientos de la villa. Ante tal escasez de compradores, los comerciantes se muestran desalentados. «Hay clientes que regatean el precio de las prendas y a veces nos vemos resignados a aceptar su oferta». Estas son palabras de Caryana Cebey, de la boutique Caryana. Otros vendedores, como Enela Orea, de Pull&Bear, también destaca la reticencia de la gente a comprar. «Se lo piensan mucho. Vienen, se prueban la ropa y preguntan cuándo será la siguiente rebaja», afirma. A tenor de estas declaraciones, no cabe duda de que la coyuntura económica ha azotado pertinazmente a este sector. Sin embargo, ciertos vendedores consideran que la situación no ha incidido tan intensamente en su índice de ventas. La tienda de complementos Candela es de esos privilegiados. «Este año hemos iniciado las rebajas con descuentos más agresivos y los clientes parece que están respondiendo», manifiesta Laura Blanco, empleada de este comercio.

Otro de los factores que afianzan la prosperidad de estos negocios en una época tan convulsa como la actual es la existencia de una clientela fiel. Soledad Llave, de Kaiss, se muestra satisfecha en este sentido. «Nuestra política durante temporada es la de ajustar al máximo el precio de los productos, por lo que la gente viene con asiduidad a comprar», asegura. Esta afirmación se confirma con el testimonio de Ángeles Ibáñez, toda una habitual en la tienda. «Si necesito algún producto, lo compro. Además, aquí son muy amables y la ropa tiene un precio contenido». La lealtad parece ser un gran revulsivo para los comerciantes, que encuentran en estos consumidores fijos todo un salvavidas. Rocío Villa, de Pisando Fuerte, opina que «la gente sigue comprando en nuestra tienda. Es cierto que se lo piensan con más detenimiento, pero suelen llevarse algo».

Otra de las realidades de estas aciagas rebajas es la cautela con la que los clientes acuden a los comercios. Así lo expresa Jennifer Calleja, de Metápolis. «Esta vez no se ha notado el inicio de las rebajas en el flujo de clientes. Otros años, la tienda estaba abarrotada en los primeros días de julio», subraya. Su opinión está en sintonía con la de otros vendedores, que son conscientes de cómo el poder adquisitivo es menor. «La gente sigue demandando el mismo tipo de productos, porque siguen siendo necesarios. Sin embargo, si antes compraban lo que más les gustaba, ahora se guían más por el precio», apunta Raquel Cueto, de Deportes Pardo.

Para procurar capear este descenso de ingresos en sus cajas, los dueños de los establecimientos se las idean como pueden. «En ocasiones, perdemos dinero vendiendo algunos de nuestros productos», admite Mercedes García, propietaria de la boutique Tino. Yolanda Suárez, de River Way, explica de qué manera han planificado las rebajas para llamar la atención de más compradores. «Este verano hemos iniciado la campaña con descuentos más agresivos, pero, aún así, la gente que entra en el local es menor», reconoce.

Otra de las estrategias urdidas por los comercios es la de prolongar, en la medida que la ley lo tolera, la duración de la temporada de rebajas. Como muestra de ello, algunos de los establecimientos comenzaron a aplicar descuentos en su mercancía un par de días de lo habitual. «Ojo, lo que hacemos son descuentos, no rebajas. ¡No nos vayan a multar!», bromea uno de los entrevistados.

Un futuro incierto

La sentencia a la que los dueños de los establecimientos se acogen para calificar a estas rebajas es coincidente. «Está floja la cosa», es la expresión más elocuente a la hora de titular la maltrecha situación que atraviesa la economía de este sector. Y además, las circunstancias a las que van a estar sometido estos comercios a corto plazo no es muy esperanzadora, ya que la escasa afluencia de clientes parece estarmermando sobre manera la salud del pequeño comercio. Mercedes García y su hija Virginia, de la boutique Tino, son la voz de este colectivo.

«Es indudable que la cosa está floja, pero si además se aprueba la libertad de rebajas y horarios, los pequeños establecimientos saldremos peor parados aún», lamentan. Esta liberalización de la oferta inquieta a los autónomos, que no saben cómo podrán competir contra las grandes franquicias. «Las franquicias tiene varios empleados para cubrir toda la franja horaria, pero nosotros somos los que somos», afirman en varios establecimientos.

A pesar de que las circunstancias no son las más propicias para sacar adelante un negocio, en la comarca sigue habiendo emprendedores que se atreven a abrir comercios, y a algunos de ellos les ha ido bien en su audaz incursión en el sector. Es el caso de María Teresa Sánchez, que desde octubre está al frente de la boutique La Folie. «No estamos en una época favorable para abrir una tienda, pero personalmente no me puedo quejar», declara. A su juicio, la fórmula que esconde este favorable rendimiento es «vender a precios competitivos durante la temporada».

Otro de los enemigos del sector comercial es la subida del IVA. Sin tener aún trazadas las medidas a tomar para sobrevivir a este fenómeno, algunos establecimientos barajan vender su productos al precio más reducido que les sea posible, mientras que otros consideran inviable congelar los precios. «Si suben los impuestos para el transporte de la mercancía, nos veremos obligados a hacer lo propio», señalan en Kaiss. En lo que todos coinciden es en volcar todo su empeño para «vender lo máximo posible» en lo que resta de rebajas.

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