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PACHÉ MERAYO
Sábado, 7 de julio 2012, 05:36
«Una maravilla». Así describía Ana González, la consejera de Cultura, la exposición 'Entre amigos. Homenaje a Javier del Río', que ayer abrió sus puertas en la galería Cornión. Lo hacía mucho antes de la hora prevista para la inauguración. Lo hacía, por tanto, en visita casi privada. Amador Fernández, el alma mater del lugar, le fue mostrando cada pieza. El porqué de unas, los recuerdos que entrañaban otras. Y al final, la contundente descripción: «Maravillosa». Se iba la consejera y Cornión se llenaba. Primero con algunos de los artistas. Los más madrugadores, junto al crítico de EL COMERCIO, Ángel Antonio Rodríguez, Miguel Mingotes, que asiste a la cita con un poema («Un gajito / de limón / la Luna sobre / Gijón»), y Josefina Junco, que pintó a su amigo, acudiendo con sus pinceles a uno de sus rincones favoritos, la plaza del Ayuntamiento.
Poco a poco, como un cuenta gotas, se fueron uniendo a la causa Carmen Castillo, que ha levantado en mitad de la sala una fortaleza arquitectónica en la que están sus figuras, pero también la ciudad de Javier; Reyes Díaz, que mira al pasado y le sale Gijón en la tela. Una tela que observa de reojo a la enorme 'Casa de Lué', de Del Río, en la que recáen las primeras miradas nada más descender por la escalera. Porque Javier del Río también está en este encuentro. No solo en la mano de sus colegas de oficio, sino en la propia. Amador ha seleccionado media docena de piezas de los años noventa sobre las que todos volcaron su memoria.
De eso, de recuerdos, está hecho el homenaje de Mabel Lavandera, que ha llevado a las paredes de Cornión una 'Suite del calderín' repleta de historia. Ante ella, casi al lado dela escalera, está Ernesto Knörr, uno de los ayer más elogiados por su particular tributo en acero, «una ciudad queríendose escapar de un cuadro». Así la ve Mingotes.
Luego Llegó Lupe con sus hijos, Tadeo y Alicia, felices porque a su paso la galería ya estaba llena. La viuda y los hijos del pintor departieron con cada invitado. Agradecieron presencia al concejal Manuel Pecharromán, a la profesora de Literatura María Elvira Muñiz, a Carmen Díaz Cotera, viuda de Camín. También a los amigos que quisieron pintar a su pintor desaparecido.
Edgar Plans, otro de los congregados en las paredes de la galería lo hace sutilmente, con una obra que titula 'Abdution' y que quisiera explicar de modo extraterrestre su repentina desaparición. A su lienzo llega la mirada tras levantarla del roble tallado por Pablo Maojo, 'Un río que se desborda, otra estrella para el cielo'. Es una de las cinco esculturas de la exposición. Las otras las aportan Amancio, que rinde homenaje con uno de sus fortudos individuos a la pieza de Del Río titulada 'Mecedora' -se podrá contemplar, a partir de mañana en el Museo Evaristo Valle-, y Bill Basagoiti, con un hierro sobre alabastro, situado a su lado. Muy cerca observa atentamente la escena el propio Javier, representado por José Arias para la 'Galería de retratos mutuos'.
Le sigue 'La ruptura', de Pelayo Ortega, otra de las piezas que más aplauso recibió, como las delicadas estampas de Melquiades Álvarez, o la 'Hora maldita', de Esteban Prendes, colgado justo frente a su padre, Ramón Prendes, que acude con dos paisajes llenos de sabor metafísico. Ese que tanto gustaba a Del Río. Ese que está también en la mirada del propio Ramón ante sus retrato escultórico (también se podrá ver en el Evaristo Valle), captada por la cámara fotográfica de Pablo Basagoiti también para el homenaje.
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