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Froilán el terrible
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Froilán el terrible

Le gusta el fútbol y tiene un iPhone. Odia que le llamen Froilán y que le persigan los fotógrafos. El nieto mayor del Rey es un chaval como los demás, travieso y divertido

FRANCISCO APAOLAZA

Sábado, 14 de abril 2012, 16:58

Felipe Juan Froilán de Todos los Santos, caballero divisero hijodalgo del Ilustre Solar de Tejada y grande de España no es más que un adolescente como los demás, aunque ahora se recupere en la clínica Quirón de Madrid después de descerrajarse accidentalmente un tiro en un pie en una finca de Soria. Lo iban a soltar ayer ante un pelotón de fotógrafos a los que ha llegado a odiar. Su cara sería la foto del momento. Pese a la atención que despierta, tiene solo 13 años y un punto revoltoso que hace de él un verso suelto entre la paz de postal familiar que transmiten sus primos.

Nunca pasará hambre en la vida y maneja un iPhone. Nadie dijo que su existencia fuera a ser difícil. Tampoco fácil. Ahora es el objeto de las bromas de medio país, algo para lo que probablemente ningún chaval de 13 años, con esa dignidad adolescente, esté preparado. El pequeño Pipe, como le llaman en casa, es un joven «travieso y espontáneo», como lo define Jaime Peñafiel, que escribió el único libro que existe sobre él hasta la fecha. Muchos podrán definirlo como un trasto, pero representa también la personalidad más fuerte y más querida por los españoles de entre toda la prole borbónica.

Llegó con polémica. Jaime de Marichalar dijo de él que era «igualito a su madre... el pobre». Nacía en 1998 con todo lo que se necesita para triunfar: títulos, tierras, veranos en Palma, inviernos en Baqueira... Su vida era, a priori, un cuento de hadas que se comenzó a torcer cuando tenía diez años y la Casa Real confirmaba la separación de sus padres, la infanta Elena y Jaime de Marichalar. El duque de Lugo era entonces el yerno díscolo de la familia, a la espera de que entrara en escena Iñaki Urdangarin. En 2000, una foto del nieto mayor del Rey era el premio gordo para un paparazzi de Madrid y el chaval lo notaba. Una cosa eran sus pataletas de crío, las peinetas a los fotógrafos y la tortura que le suponía posar (heredada de su madre, el 'terror' de los reporteros a su edad). Otra distinta significaba la presión de verse perseguido por la prensa y convertirse en la estrella del 'couché' mientras su familia hacía aguas.

Aquella 'tortura' terminó en 2010 en un internado del West Sussex. De un golpe, lo apartaban de los focos y lo metían en cintura a base de educación 'british', de esas de uniforme, lujo y disciplina. La prensa dejó en paz al chiquillo durante un tiempo, pero Froilán lo debió de pasar mal allí solo en la fría Gran Bretaña. Echaba de menos a sus padres y a su hermana pequeña, Victoria Federica. Y se volvió a España, a otro colegio. Antes cursaba estudios en el exclusivo San Patricio de la calle Serrano, pero a la vuelta de Inglaterra el pasado año cambió de centro. Volvieron los fotógrafos a la puerta, esta vez en el Colegio Santa María del Pilar, un bilingüe concertado que gestiona la Compañía de María junto al parque del Retiro de Madrid y en el que han estudiado, entre otros, José María Aznar y Alfredo Pérez Rubalcaba.

Allí Felipe es un chaval abierto, simpático, con amigos, y al que le gusta el deporte. Le viene de familia, aunque él sea más de esquí, fútbol (es madridista), baloncesto y vela que de caballos, la pasión de su madre y desde hace un tiempo de su hermana. Su padre siempre quiso enseñarle a disparar al plato, una afición que han compartido desde hace años en el campo de tiro Cantoblanco y que terminó esta semana como todo el mundo sabe.

Las notas, «no muy allá»

Su espontaneidad ha sido objeto de momentos divertidos, el penúltimo cuando la visita del Papa a Madrid. Benedicto XVI le preguntó por cómo iban sus estudios. «No muy allá», respondió para diversión del Pontífice. Esta semana, mientras le trasladaban a Urgencias tras su accidente, su primera frase fue: «El abuelo se va a enfadar mucho». El monarca aún no lo ha visitado en la clínica, pero antes de que se volase el dedo del pie con una escopeta le ha visto dar patadas a los pajes en la boda de los Príncipes de Asturias, jugar al boxeo con los guardaespaldas de la casa en la puerta de un restaurante, lanzarse de un barco de vela al agua...

El Rey le ha tenido que regañar en múltiples ocasiones, aunque dicen que tiene debilidad por el mayor de sus nietos. Era a don Juan Carlos al que más le gustaba el nombre de Froilán, que el niño aborrece, tanto que sus padres corrigen al que lo saluda así. «Se llama Felipe», responde su madre con más o menos delicadeza. A él le gusta que le digan Pipe, aunque de esta se le quede Pipe 'el terrible'.

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