José Riestra, vivir para contarlo

Acompañado por seis hijos, cinco nueras, trece nietos, ocho bisnietos y tres sobrinos, José Riestra Nieto, el hombre de acero de Boquerizo, cumplía el sábado 101 años. La jornada festiva la iniciaba el clan Riestra con una misa en la iglesia de Boquerizo en memoria de Saturnina Noriega, la matriarca del clan, fallecida hace doce años. Y continuaban el día con una comida en la casa familiar de Párrade, una vivienda a la que acudió un elevado número de lugareños y amigos de Riestra para felicitarle y decirle que «le queremos», tal como recordaba Maximino Lucas, un vecino de 88 años, que recordaba haber sido empleado de Riestra, «cuidando conejos y vacas, al cumplir los siete años y con un jornal de una peseta al día».

¿Qué tiene de singular y sobresaliente la existencia de José Riestra? Su forma de vivir y una sucesión de circunstancias pintorescas. Sacó el carné de conducir en Santander, en 1933, y lo conservó en vigor hasta hace unos meses. Participó en la Vuelta Ciclista a España de 1936, con un recorrido de 4.634 kilómetros, en 21 etapas. Jamás tuvo un dolor de cabeza, nunca prendió un cigarro ni consumió una gota de alcohol. Resultó providencial para sus vecinos porque les ayudó a partir herencias, medir fincas y realizar tasaciones. Aunque su mejor faena la iniciaba en 1943 al casarse con la llanisca, de Tresgrandas, Saturnina Noriega. Al contraer matrimonio se asentaron en Párrade, un paraje solitario que no era más que un bosque y un montón de piedras. Allí levantaron una casa y dos cuadras, mientras convertían en pradería quince hectáreas de terreno montañoso, además de haber criado seis hijos.

Aseguraba Riestra el sábado que «para vivir mucho hay que comer poco» y lo lleva por el libro porque sus caprichos gastronómicos son bien sencillos: «Sopa, purés y pan con leche». Aunque para su 101 cumpleaños se sirvió sopa de estrellas, fabada, ternera asada y tarta.