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Sindicatos y subvenciones

EDMUNDO PÉREZ PÉREZ

Lunes, 20 de febrero 2012, 03:39

Más de mil millones de euros han recibido del Gobierno socialista los sindicatos en los últimos tres años. Los mayoritarios, UGT y CC OO, se han llevado las tajadas más suculentas. Si nos fijamos en la precaria situación económica por que atraviesa el país, la cifra debería producir escalofríos. La evidente tensión entre ambos colectivos en 2010 no fue óbice para convocar una huelga luego fracasada. Las subvenciones, llegadas de todos los ministerios y para todo tipo de proyectos, no son las únicas prebendas. Se benefician, igualmente, de exenciones y bonificaciones fiscales y otras 'naderías'.

El nuevo Gobierno indica una reducción de un 20% en las cantidades asignadas este año. Depender de una subvención es no poder actuar con libertad. Las responsabilidades y papel que los sindicatos deben desempeñar en este juego de afanes no debe consistir en meras especulaciones, ni en autocomplacencia, difícil, por otro lado de entender, sí existiera. Y siempre, repito, sin llevar las actuaciones a límites de degradación, como ha ocurrido en Andalucía, donde aún colea su perversión en que, debiendo ser puntos de referencia positiva, realizaron una serie de irregularidades al gestionar cursos de formación que cobraban pero no impartían, además de expedir los correspondientes diplomas a los interesados, punta del iceberg para llegar al conocimiento de otro incidente, donde miles de trabajadores se quedaban en paro al momento de recibir las empresas las ayudas pertinentes. Hechos que se hallan en proceso para dictar sentencia ejemplar, haciendo que los imputados respondan de sus obras y. sobremanera, estos servidores pagados que no midieron las consecuencias de sus actos, apoyados en sus privilegios y selecto status personal.

Los sindicatos son -así lo pienso- instituciones nacidas para defender los intereses de los trabajadores, salario y condiciones dignas de trabajo, misión importante que no deben nunca suavizar mirando hacia otro lado para no agobiar a un gobierno de signo determinado, por simpatía o creencia, como ya ha sucedido. Un sindicato que quiera ser útil a quienes pretende proteger debería prescindir de la política partidista y consagrar sus esfuerzos al orden económico y social, a la vez que obrar en el momento en que las relaciones de convivencia pudieran ser conculcadas. Esta toma de posición, encontrará su plenitud en el apoyo de sus asociados en tanto sea capaz de conseguir rectificación a cuestiones motivo de discordia, y ello en los campos de política gubernamental, sea cual fuere el signo dirigente o empresarial, mas siempre conduciéndose con moderación por medio de una evolución consciente y eficaz de las ideas. Más aún: no exigir lo que la comunidad no puede conceder, porque las circunstancias del momento así lo determinan. Y he aquí que contra la reciente reforma laboral del Gobierno actual se movilizaron UGT y Comisiones, ayer, día 19, amparándose en «recortes laborales y sociales», y próximamente, el día 29 como si en los últimos ocho años el mercado laboral hubiera sido positivo, sin multiplicación del paro.

El Gobierno, en cambio, subraya que con la reforma se pretende que no haya despidos. Me temo que las palabras de unos y otros quedarán como diálogo entre sordos, porque las ideas de cada cual parecen irrenunciables. Duele a los sindicatos su ausencia de negociación o pacto. Estas movilizaciones ahora, ¿son la mejor medida?

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