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ALEJANDRO CARANTOÑA
Jueves, 9 de febrero 2012, 10:10
En palabras de la musicóloga María Sanhuesa, la reunión de ayer en el Foro Jovellanos era la constatación de que, año y medio después, «todo ha salido bien».
La empresa de glosar a Jovellanos, en esta ocasión mezclando tierra, mar y música había llegado a buen puerto: dos textos de Sanhuesa; la poesía de Antonio Gamoneda; la música creada a partir de ella por Jorge Muñiz; la voz del tenor Joaquín Pixán; la interpretación de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, y el sinfín de voces del coro de la Fundación Príncipe Felipe han fructificado en un disco-libro-DVD, 'Gaspar Melchor de Jovellanos. Oda y canciones de su tiempo'.
En el acto, además de Sanhuesa, Gamoneda (que leyó íntegramente, con pasión y voz despaciosa su 'Oda a Jovellanos') y el propio Pixán, intervino el ex presidente del Principado y escritor Pedro de Silva, que no quiso dejar pasar la oportunidad de resaltar el acercamiento «conceptual y sin concesiones que se ha hecho a la figura de Jovellanos», lo «tectónico» de la música de Muñiz o el «acto de autenticidad» que supuso el adelanto del presente proyecto musical el pasado mes de noviembre. «Coincidiendo con el bicentenario exacto de la muerte de Jovellanos, en Puerto de Vega, los allí presentes pudimos sentir la emoción, la suntuosidad de la palabra» en una fase ya definitiva.
La cantata 'Oda a Jovellanos' llega acompañada de canciones «que no sabemos si el prócer escuchó efectivamente, pero que podría haber escuchado y que hemos seleccionado atendiendo a la coherencia con sus ideas», como recordó Sanhuesa.
Después de los prolegómenos, se procedió a exhibir un fragmento del documental que detalla el proceso creativo detrás de este «broche de oro» musical al bicentenario jovellanista, tal y como lo calificó José Luis Martínez, presidente del Ateneo.
Y por fin, Pixán («¿Hace frío o es que estoy nervioso?») se situó frente al atril y al auditorio silencioso y Mario Bernardo, al piano de cola, para repasar algunos bocados del disco que había ocasionado la reunión del Aula de Cultura de EL COMERCIO: sonaron tres de las canciones del disco, acompañadas por piano, y un fragmento del segundo movimiento de la cantata.
Las canciones fueron un repaso, un paseo rápido por el siglo XIX: reverberaron 'El sueño de mi amor', 'Delio a Nise' y 'Cuando al campo salgo' en la voz de un Pixán que fue entrando en calor a medida que pasaban los compases.
Así, cuando llegó el momento de atacar el fragmento del segundo de los tres movimientos que integran la cantata, ya estaba completamente cómodo, ya encontró la libertad para moverse, para actuar a sus anchas mientras que transitaba por las notas de Muñiz, ancladas por un lado en la glosa jovellanista y dejando paso, después, al sabor de la tonada, que le infunde el color «autóctono» al que el compositor se refería en el documental genético.
Pixán, al que el cazador de autógrafos Ander Ázcarate esperaba a su llegada para pedirle la consabida foto, saludó a un emocionado Martínez mientras que llovían los aplausos de un auditorio entregado a lo que, según De Silva, era «un acto grande». Jovellanos por tierra, mar y música.
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