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Ignatius, que viene el sábado a Gijón, posando ante la cámara. :: E. C.
«En escena el miedo es necesario»
Cultura

«En escena el miedo es necesario»

El irreverente Ignatius llega a Gijón el sábado para estrenar espectáculo«Me parezco al personaje de 'La conjura de los necios'. Soy lo suficientemente inadaptado»

PACHÉ MERAYO

Miércoles, 8 de febrero 2012, 08:47

Es uno de esos rostros que quedarán unidos de por vida a la 'Hora Chanante'. Un cómico que se ríe de si mismo, que vindica la insatisfacción como medicina para crear y está convencido de que sin miedos sobre las tablas un actor se convierte en un pasante. Ignatius, o lo que es lo mismo Juan Ignacio Farray, viene el sábado a Gijón, al Muddy's Radio Bar (calle de Santa Elena, 21), donde actuará, a partir de las 22 horas. Llega con savia nueva.

-¿Qué va a meter en las maletas que trae a Gijón?

-Un montón de cosas nuevas. Ya he actuado en la ciudad y he decidido que es un buen público para ponerme delante de él con un guión nuevo. Es tan nuevo que temo tener que salir con los folios al escenario.

-Irreverente, inteligente, ingenioso. Esto se ha dicho de usted. ¿Cree que habrá sido su madre?

-Pudiera ser. A veces me lo pregunto yo también, porque lo cierto es que muchas veces acabo con la sensación de haber gustado mucho. Pero no siempre te salen las cosas igual de bien. Soy consciente de que a veces salen mal y de que igual que gusto a unos puedo no gustar nada a otros.

-Otra de las cosas que dicen de usted es que su humor es auténtico y fresco, que no se deja llevar por los clichés. ¿Cómo se consigue eso?

-Siempre tienes la tentación de hacer algo standard. Crees que eso va a dar el éxito fácil, pero por orgullo personal huyes de lo fácil. Aunque lo cierto es que para lograr esa frescura lo que debes hacer es dejarte llevar. Hacer en el escenario lo que te pide la cabeza y el cuerpo. Tienes que ser tú mismo, sin refugiarte en los clichés. Puedes ser mejor o peor, pero siempre debes responder a aquello que te apetece.

-Le he oído decir que hace falta un poco de insatisfacción para hacer buen humor. Es usted como los poetas.

-Es que cuando estas satisfecho te apoltronas, te acomodas y las cosas empiezan a perder gracia. La insatisfacción te permite dar la vuelta a todo, igual que el miedo. Creo que en escena el miedo es más que necesario. Las actuaciones a las que llegas sin miedo no salen igual.

-¿A Gijón viene con miedo?

-Muchísimo. Vamos, que todo va a salir bien.

-Dicen que haciendo reír se liga mucho. Usted no es un adonis ¿se metió en esto de la comedia para conocer chicas?

-Llega un momento en la vida que estás tan insatisfecho con todo que te das cuenta que parte de esa insatisfacción tiene que ver con que conoces pocas chicas. Pero bromas a parte creo que a una mujer lo que le gusta es un hombre que haga aquello que quiere hacer.

-Entonces usted gustará a muchas.

-Ya quisiera yo.

-¿Qué tiene que ver con el Ignatius de 'La conjura de los necios'?

-Por él me puse el nombre. Tenía un profesor de música que me llamaba así porque decía que me parecía al personaje del libro. El caso es que me lo regaló y fue la primera novela que leí.

-¿Está de acuerdo con su profesor, se parece a él?

-Me parezco. Soy suficientemente inadaptado como para tener un parecido razonable.

¿Cuáles son tus referentes?

-Los cómicos norteamericanos de los años 70 como Richard Pryor, Steve Martin, Andy Kauffman y el padre de todos Lenny Bruce , pero también Stan Laurel que es el mejor cómico de la historia. Pero tampoco hace falta que sean cómicos.

-¿Como por ejemplo?

-Un pianista llamado Thelonious Monk, que toca jazz y se mueve de tal manera en el escenario que me hace una gracia terrible. Pero también puedo mencionarte a Shakespeare como una inspiración humorística. Se ti fijas sus personajes hablan, hablan y hablan y no paran de hablar porque, en el fondo, no encuentran las palabras para decir exactamente lo que quieren y eso es lo que hace un cómico, un monologuista, habla y habla para decir una única cosa, que está en todo su discurso.

-En alguna ocasión le he escuchado meterse con el 'Club de la comedia' como una fórmula que no le gusta. ¿Por qué?

-En España se instauró hace unos diez años más o menos y a diferencia que en otros lugares se empezó la casa por el techo. En otros lugares los monologuistas eran la referencia de la contracultura, de lo que iba contracorriente, de lo alternativo y con el tiempo se fue adaptando al sistema, conociendo fórmulas más populares y de consumo de masas. Aquí fue al revés esto de los monólogos comenzó con actores en lugar de cómicos. Ahora se está empezando a entender de qué va realmente.

-Lo más parecido a esa contracorriente fue 'La hora chanante' ¿no?

-Si, claro. Era un producto genial en el que la libertad de crear era la única preocupación que teníamos. Nunca había consignas y solo existía el interés de hacer el mejor humor del modo que fuera.

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