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DIEGO FIGAREDO
Sábado, 28 de enero 2012, 12:49
Una sencilla operación matemática pone de relieve «el grave problema demográfico» que afronta Asturias. La multiplicación del número anual de nacimientos (alrededor de 7.700) por la esperanza de vida (una media de 81 años) ofrece el «estremecedor» dato de la futura población del Principado: unas 625.000 personas, es decir, «un 40% menos del número actual». Alejandro Macarrón, consultor de estrategia empresarial de origen avilesino, pero afincado en Madrid, expuso ayer en el Ateneo Jovellanos las principales claves que desgrana en su recién publicado libro 'El suicidio demográfico de España'.
Macarrón explicó los principales indicadores poblacionales de la actualidad y los comparó con «el inicio del problema» que sobrevino a partir de 1977. Desde ese momento, el número de hijos por mujer «se desplomó de forma espectacular». «En 1975, tres de cada dos españoles tenía menos de 21 años», comentó, «ahora hay más mayores de 60 que menores de 21». La situación, explicada con otros datos, refleja una misma problemática: «En 1975 la edad media de todos los habitantes de España era de 33 años. En 2010 es de 42 y en algunas comunidades como Asturias supera los 46». El caso más grave sería Orense, donde es superior a los 50 años.
Modelo económico
Este asunto «tiene una relación directa» con el problema económico actual, según Macarrón. «La economía se puede arreglar, tardará uno, dos o diez años, pero se reconduce. El problema demográfico no se resuelve ni a corto ni a medio plazo», sentenció. Cualquier modelo económico tradicional está desarrollado «sobre la base de una población creciente a lo largo del tiempo» y ningún modelo ha contado con que esta situación podría variar, subrayó.
De hecho, hasta hace un par de años el balance demográfico de España era positivo, pero hoy el país ha comenzado a perder población. «Hasta ahora la alta natalidad de los inmigrantes fue suficiente para que el número de habitantes continuase creciendo», apuntó, «pero ya no es así».
Macarrón propone tres posibles actitudes ante esta situación de envejecimiento y pérdida de población. La primera, ignorar el asunto, y que «cuando se quiera reaccionar ya sea demasiado tarde». La segunda, adaptarse al cambio de modelo demográfico: «Generar una economía más productiva que destine más recursos a las clases pasivas, centrarse en la exportación y, en muchos casos, emigrar». La última, que supone afrontar el problema, es «apostar por la natalidad, dejar de legislar contra ella -se opone al 'divorcio express' y a la despenalización del aborto- y bajar los impuestos a quienes tengan hijos», concluyó.
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