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Viernes, 27 de enero 2012, 09:48
Los censos de aves acuáticas invernantes comenzaron en Europa en 1950; en España el primero (incompleto) fue en 1962. En 1978 empezaron a coordinarse a nivel estatal, con una buena cobertura de localidades. El primer censo en Asturias ocurrió en 1955, pero sólo se visitaron algunas localidades. El censo coordinado amplio comenzó en 1978, pero no fue hasta enero de 1980 cuando se realizó el primer censo invernal de acuáticas en Avilés.
La metodología del censo es sencilla: contar todas las aves acuáticas presentes en un breve espacio de tiempo (uno o dos días). Así se obtiene una estimación de la cantidad de aves que pasa el invierno en una determinada zona. Pero hay bastantes especies (sobre todo las marinas y las más escondedizas) que pasan desapercibidas en este conteo. Por lo tanto, el censo internacional de aves acuáticas invernantes nos da una idea del volumen de las poblaciones, es una aproximación, no un censo completo (que es imposible de hacer).
En Asturias las zonas que más aves acuáticas congregan son las rías del Eo y Villaviciosa, así como la bahía de Gijón. Por debajo, con una menor cantidad, estaría la ría de Avilés. Con menos aves encontramos el resto de rías y embalses.
En Avilés, a lo largo de 33 años de censos, la media de aves acuáticas es de 2.735 ejemplares. La evolución poblacional se puede estudiar mediante dos parámetros: el número de ejemplares y el número de especies. En ambos casos está en claro aumento. Este aumento continuado debería estar motivado por la mejora en la calidad del estuario (menos contaminación, más alimento). Pero para comprender mejor estos datos, tenemos que separar las gaviotas grandes del resto de especies. Esto es debido a que las gaviotas de mayor tamaño integran gran parte de la población y no dependen de las condiciones de la ría, sino de su principal recurso alimenticio: los descartes de la rula. Además, la presencia de estas especies en el estuario depende de las condiciones meteorológicas, pues con buen tiempo salen a la mar y con mal tiempo entran en la ría. El resto de especies sí dependen del sustrato, por lo que les afecta como se conserve la marisma.
Así, respecto al número de ejemplares observamos lo siguiente:
Número de acuáticas sin gaviotas grandes: aumentan claramente. En la gráfica la línea negra muestra los censos, con los típicos altibajos de las aves migradoras, mientras que la línea roja es la tendencia dominante.
Gaviotas grandes: tienden a disminuir.
Estadísticamente no hay correlación entre ambos parámetros.
Desconocemos la causa de la disminución de estas gaviotas. No se debe a la disminución de los descartes en nuestra rula, pues no hay correlación estadística. Tampoco se debe al uso de halcones en el vertedero de Cogersa, pues las gaviotas avilesinas se desplazan muy poco al vertedero. Quizás influyen los inviernos cada vez más suaves, con menos temporales.
En conclusión, la mejora de las condiciones biológicas del estuario sí está repercutiendo en un aumento general del número de aves acuáticas invernantes.
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