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David Alden, director de escena de 'Peter Grimes', con los técnicos colocando la escenografía sobre las tablas del Teatro Campoamor. :: FOTOS: MARIO ROJAS
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EL COMERCIO entra en el Campoamor diez días antes del estreno de 'Peter Grimes'. Así es la escenografía de la ópera que cierra la temporada

ALEJANDRO CARANTOÑA

Jueves, 19 de enero 2012, 03:36

En la puerta trasera del Teatro Campoamor se acumulan un montón de biblias, un sofá, varias botellas y demás utillaje. Por las tablas, empujadas por un buen puñado de técnicos, ruedan (literalmente) unas monstruosas paredes que prácticamente no caben en escena. En el foso se cuelan cajas y cajas de material de la OSPA.

Es el hormigueo detrás de 'Peter Grimes', un montón de elementos sin sentido aparente que lo cobrarán, de golpe, cuando se estrene la ópera de Benjamin Britten el día 29, la última de la temporada y la mayor en cuanto a producción.

El orden, no obstante, ya existe en la cabeza de David Alden, el director de escena del montaje ideado por Paul Steinberg, que lleva desde el lunes trabajando en Oviedo. Antes de que llegara él, el coro de la Ópera de Oviedo (ampliado para la ocasión hasta los 70 cantantes) practicaba su comprometida parte vocal y la coreografía, con sus asistentes: «Y polka y pollo y polka y conejo y corro», marcaban, con sorna, el deambular por escena. Las escuetas guías pegadas en el suelo ayudaban, asimismo, a los artistas principales, que ya han participado en algún 'Peter Grimes' antes.

Alden sorbe un café junto a su mesa de dirección mientras ve cómo el escenario toma forma para las pruebas de luz de por la tarde: la escenografía de 'Peter Grimes' ocupa hasta el último recoveco del espacio escénico (llega hasta el fondo). Además, explica Alden, «es un diseño anguloso y opresivo en principio, que se irá abriendo».

Todo ello contribuye a crear la sensación de profundidad mayor aún de la que tiene de por sí, una sensación visual reforzada por el techo que, está previsto, se monte mañana, tras vivir su propia aventura: todo el material de 'Peter Grimes' estaba guardado en tres contenedores, para viajar por mar con destino a Asturias, cuando uno de ellos fue robado. En Nochebuena, para más poesía.

Uno de los miembros del equipo lo recuerda: «Contábamos con que, cuando lo abrieran y descubrieran que no había televisores de plasma o tostadoras, sino el techo de una escenografía, lo devolvieran. Pero no. O está en el fondo del mar, o alguien tiene un techo de teatro en su casa», ríe. Ya se ha terminado uno de repuesto, y llegará con tiempo suficiente para el estreno.

No obstante, este cierre total del escenario (por arriba, por los lados, y obviamente por debajo) suscita una pregunta que, con una sonrisa, Alden esquiva: ¿Cómo van a iluminarlo? «Ah», dice enigmático, «ya lo verás». En el proscenio se han montado algunas luces; y lo demás, es un misterio.

'Peter Grimes' cuenta la historia de un pescador, huraño, al que el resto de la pequeña villa marinera repudia hasta provocar su locura: le creen responsable de la muerte de sus aprendices; uno de ellos, en plena tormenta.

Este es el trasfondo ideado por Britten: un pueblo junto al mar. ¿Cómo volcar este último en una puesta en escena? David Alden hace un leve movimiento de cabeza y afirma, con seguridad, que «no hace falta el mar en esta escenografía: está en la música y en los movimientos del coro». Y repite, zafándose de los detalles: «Ya lo verás».

En la historia, explica el director, «Peter va sufriendo más y más presión, mientras que nuestra escenografía se abre. No va hacia la libertad, porque el protagonista no recorre ese camino, pero sí se vuelve más diáfana hasta quedar casi desnuda. Vamos en direcciones opuestas, y creo que eso es muy atractivo».

Inmediatamente ataja la idea de violencia u oscuridad: «Britten, al escribir la ópera con Peter Pears (su compañero sentimental y tenor para el que solía componer), soterró el auténtico trasfondo. En esta producción hemos respetado eso, y es lo que creo que debe hacerse. Aunque me gustaría ver, alguna vez, a alguien atreverse a pintar a 'Peter Grimes' sin medias tintas: como culpable o inocente. Nosotros no dejamos que se le juzgue».

Para Alden, sin embargo, esa contención exhibida por el compositor y reflejada en la puesta en escena es lo que ha hecho de 'Peter Grimes' «una ópera con un recorrido mucho mayor del que Britten pensaba». Va más allá: Peter (Grimes) acabó por ser, según su punto de vista, un trasunto de Peter (Pears).

Esto se refleja en la decisión estética de «situar la acción en la época en que Britten compuso la ópera: en la Segunda Guerra Mundial, en los años 40, en lugar del siglo XIX del poema en el que se basa. Pero son unos años 40 muy brumosos, mágicos». Se dispone a repetir un «ya lo verás» entusiasta, pero se contiene.

El camino hasta llegar aquí, a dirigir esta coproducción de la Ópera de Oviedo, de De Vlaamse Opera y de la English National Opera (ENO), empezó en el MET de Nueva York en el año 1965. Allí, un jovencísimo Alden vio 'Peter Grimes' cantada por el tenor Jon Vickers, «una de esas interpretaciones que te cambian la vida».

Vickers es conocido por haberle dado la vuelta al concepto original de Britten, y por encarnar al personaje con unos matices que poco tenían que ver con los que le había infundido Pears.

Al recordarlo, Alden no puede ocultar cierta intención de «electrificar» al público, como de despertar eso mismo que le ocurrió a él: «No he estado en muchas funciones en España, pero tengo la sensación de que hay teatros a los que la gente va como si fuera a una conferencia, o a misa. No sé si este es uno de ellos porque la última vez que dirigí en Oviedo, en 'Ariodante', solo pude estar en el estreno y fue bien: solo sé que, cuando me he encontrado con un público así, frío, lo más gratificante ha sido convertirlos». ¿Eso cómo se hace? «No lo sé», concluye. «De pronto, lo tienes».

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