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«España es como un libro de arte abierto»
Cultura

«España es como un libro de arte abierto»

PACHÉ MERAYO

Sábado, 14 de enero 2012, 03:39

Cuenta con orgullo que durante mucho tiempo prefirió moverse en bicicleta que tener su propio coche, porque el ahorro le permitía acercarse en el futuro al sueño de comprar alguna pequeña pieza de arte. A los 18 empezó a ahorrar y poco después a atesorar las joyas que hoy alimentan en su propia casa la pasión. Fue hombre de éxito en su aventura empresarial. Fabricaba recambios de coches y los vendía por el mundo. Así descubrió España, donde seguía un plan perfecto para alimentar cuerpo y alma. Por las mañanas, trabajo. Por las tardes, «museos y catedrales». Entre pinturas de genios y arquitecturas de maestros afianzó un entusiasmo que había despertado muchos años antes. Con el tiempo se vino a España, siguiendo la estela de las muchas páginas de arte que componían «el libro abierto de su historia». Ahora asegura que fue esa conexión entre el lugar y el arte la que le convirtió, definitivamente, en un coleccionista vehemente que nunca, nunca, ha comprado «un cuadro con un pasado oscuro».

-El próximo viernes inaugura en el Palacio Revillagigedo de Gijón la presentación en Asturias de su colección. Hábleme de ella.

-Le podría decir que estoy como un niño con zapatos nuevos. No conozco el lugar, pero Marina Oropesa, la comisaria de la muestra, me ha dicho que es una maravilla y que está en un lugar privilegiado. Tengo unas ganas terribles de llegar a Gijón para comprobarlo.

-Cuénteme cómo es ese fondo de arte que vamos a ver.

-La colección está integrada por dos grandes grupos de obras, aquellas que representan la pintura flamenca, la realizada en los Países Bajos en los siglos XVI y XVII y la que ejecutaron los principales maestros españoles en los siglos XIX y XX.

-Lo que viaja al palacio es la parte española. ¿Qué le une a ella?

-Reconozco que hay piezas de un valor extraordinario en el apartado flamenco, pero he de decir que el alma de la colección es la pintura española. En realidad, es mi religión. Fue observando a los pintores españoles, acercándome a la historia de España, que es una historia viva del arte, se mire por dónde se mire, cuando empezó a despertar en mí esa necesidad de adquirir obras de arte. Aquí hay un mercado abierto al coleccionismo muy importante. Mucho más que en mi país, Alemania. Y además aquí he descubierto que hay un potencial maravilloso y, desgraciadamente, también un buen número de figuras de la pintura que no son conocidas fuera.

-¿De qué figuras de la pintura estamos hablando?

-De Darío de Regollos, de Anglada Camarasa, de Nonell, de Beruete... En realidad, de prácticamente todos los pintores españoles de los siglos XIX y XX, a los que, a excepción de Picasso, Miró y Sorolla, nadie conoce fuera de España.

-El Museo Thyssen, por poner un ejemplo, ha organizado varias exposiciones por el mundo con parte de sus maestros nacionales.

-Sí, es cierto. Como también lo es que es la única institución que ha hecho realmente algo para que se conozcan esos nombres, esas pinturas. Pero lo cierto es que si uno quiere ver impresionismo acude a París y busca a Manet, Monet, Gauguin o Renoir, pero nunca se le ocurriría meter la nariz en un museo español a mirar un paisaje del asturiano Darío de Regollos, que es todo un ejemplo de impresionismo. Es sin duda alguna algo de lo más bello que yo he contemplado. Está claro que si uno dice Sorolla todo el mundo sabe dónde mirar, pero si nombras al genial Anglada Camarasa solo los expertos saben de qué estas hablando. Me refiero a los de fuera de España. Ya se que aquí todo el mundo o casi todo el mundo le conoce.

-¿Quién cree que tiene la culpa?

-Hombre, las instituciones. El Museo del Prado hace una importantísima labor poniendo ante la mirada a los artistas del pasado hasta Picasso. Pero el Reina Sofía que se debe a Picasso y a los posteriores tiene unas lagunas terribles, terribles.

-¿Recuerda cuál fue el primer cuadro que entró en su colección?

-Sí, un lienzo de Beruete, fue hace más de 30 años, quizá 40. Creo recordar que lo encontré en un anticuario. Pero he de insistir en que más que una obra fue un país el que me convirtió en colecciconista. Veo a España como un libro abierto para la historia del arte y lo es porque cada rincón que observas tiene relación con un hecho artístico. Se puede decir que yo personalmente me encontré con el arte en este país.

-Usted ha dicho que ser coleccionistas es algo que no depende del dinero que se tenga. ¿De qué depende?

-Evidentemente de la pasión y la ilusión. El dinero es importante, claro. También la edad. No se tienen las mismas oportunidades siendo un joven que un veterano. Pero lo que prima , como digo, es pasión e ilusión.

-Usted compra toda su obra en anticuarios y subastas. ¿Nunca ha tenido miedo de adquirir una pieza con mal pasado?

-El anticuario y el vendedor de la casa de subastas están obligados a vender con toda clase de garantías. Te dan documentos y pruebas de que lo que adquieres es efectivamente aquello por lo que crees estar pagando. En mi vida he comprado un cuadro con un pasado oscuro. Todo debe ser siempre bien claro.

-¿Cuál es la joya de su corona?

-Siento verdadera predilección por un retrato de Sorolla que personalmente me gusta muchísimo, pero hay también un Anglada Camarasa que creo que es otra de las grandes piezas de todo el conjunto. Nunca me cansaré de hablar de las bondades de este pintor tan poco reconocido y tan magistral en cada una de sus pinceladas.

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