Más de 200 llaves en una caja metálica

Las más de doscientas llaves que abren y cierran cada uno de los rincones del Centro Niemeyer se metieron en una caja metálica, ésta se cerró con otra llave, se produjo un apagón general de luz y gas, se cerró la puerta principal y a las 12,45 del mediodía el equipamiento avilesino se puso en manos del notario Arturo Ezama. Una carta por conducto notarial era enviada minutos después al consejero de Cultura para avisarle de que las llaves del Centro Niemeyer quedaban a su disposición.

Durante tres horas, el notario levantó acta del estado en el que la Fundación entregaba el Centro Niemeyer. Fue un recorrido minucioso, en el que hasta el más mínimo detalle fue fotografiado con el fin de evitar cualquer reclamación futura. «Lo único que no hemos podido hacer es recoger el polvo del edificio de servicios múltiples, ya que unos operarios de Sedes estuvieron realizando una serie de arreglos en el suelo y no dio tiempo a dejarlo limpio», señaló a este periódico una de las personas de la Fundación que acompañó al notario durante buena parte de la mañana.

Las cosas no fueron sencillas al principio. La inexistente relación entre la Consejería de Cultura y la Fundación Niemeyer -nunca ha habido ni la más mínima conversación entre sus responsables- hizo que la consejería enviara un fax a última hora de la tarde del miércoles para avisar de que ayer, a primera hora de la mañana, varios enviados del Principado pasarían a recoger las llaves. A las once de la noche, también vía fax, se contestó desde la Fundación que, ante la imposibilidad de contactar con los responsables de Cultura, se había dispuesto ya un operativo para que esa entrega se hiciera por vía notarial.

Antes de las nueve de la mañana se personaron ante la puerta principal del Centro Niemeyer varios técnicos de la Consejería, entre ellos el director general de Deportes, Marcos Niño Gayoso, a quienes se comunicó desde la Fundación lo que se iba a hacer, incluso se les invitó a pasar para asistir al levantamiento de actas por parte del notario, bien entendido que si aceptaban, deberían identificarse para constar en el acta. Los técnicos del Principado declinaron entonces el ofrecimiento y se fueron.

El notario Arturo Ezama llegó al recinto acompañado por el secretario de la Fundación, José Luis Rebollo, y a partir de ese momento inició su tarea de inspeccionar cada uno de los rincones de los espacios que integran la obra del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer. Un fotógrafo siguió sus pasos durante las cerca de tres horas que duró la inspección, que incluyó además el examen de cada uno de los embalajes que contenían diverso material de la Fundación.

Por decisión de sus gestores, todo el equipamiento que en su día fue pagado con dinero de la Fundación se ha quedado en el Centro Niemeyer, «con el fin de facilitar su puesta en marcha inmediata si así lo desea el Principado», se señaló ayer. Se trata de 190 butacas del Auditorio, los proyectores de cine, un horno de la cocina, 700 sillas, el mobiliario de la cafetería, 100 juegos de platos... En total, 23 folios de anexos de inventario, que se ha valorado en 300.000 euros. El Principado tendrá ahora un plazo de cinco días para comunicar si se queda con él y paga esa cantidad de dinero, o si por el contrario prefiere que la Fundación se lo lleve. Eso sí, al concluir ayer el seguro de responsabilidad civil, se dio de baja la luz y el gas. El alta de esos dos servicios correrá ya a cargo del Principado.

«El Centro está a su disposición. Pueden coger las 200 llaves y abrir cuando quieran», se concluyó desde la Fundación del Centro Niemeyer. El Principado ya tiene vía libre para abrir las puertas de nuevo.