AlNorte no tiene desperdicio

Mientras que Cogersa se movía con su ritmo, agitado pero tranquilo, en una sala un grupo de personas empezaban a dar forma a lo que antes había sido su desayuno, su merienda, su cena.

Los inscritos en el taller de reciclaje creativo habían llegado pertrechados de un cúter y de botellas «de plástico, de tipo PET, preferentemente transparentes», como pedía la convocatoria.

Una vez allí, en esa sala de prensa convertida en taller, el colectivo CG Reciclado Artístico (o lo que viene a ser lo mismo: Cristina Pino y Gustavo Suasnábar) se ocupaba de dar las nociones necesarias para hacer una lámpara, una escultura, una cara.

Alumbrados, de fondo, por un enorme pez azul resplandeciente hecho de plástico, Marta y Cristian se afanaban en envolver unos cilindros con más cilindros: ellos estaban haciendo la cara, pero no se imaginaban el resultado final. «Estamos experimentando», decían.

Cristina estaba demasiado ocupada soldando dos trozos de plástico con una plancha de vapor, cuando Gustavo explicaba la iniciativa. Los dos, argentinos, son titulados en el manejo de vidrio. Luego empezaron a ver que «los objetos de vidrio, aunque sean reciclados por ti mismo, dan una sensación de irrealidad, de haberlo comprado hecho».

Vocación artística y artesanal se fundieron como botellas de leche usadas, entonces, para convertirse en una enorme libélula plástica o en un insecto hecho a base de metales hallados.

Lo que sobraba de una mesa de trabajo se aprovechaba en la siguiente; todo, para darle una utilidadplástica o práctica a aquello que se desprecia, como apuntaba sonriente Dalia Monge, educadora de Cogersa y aficionada al reciclaje.

El resultado, sin duda sorprendente, estará expuesto al público hoy en las mismas instalaciones de 11 a 13.30 horas.