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ALEJANDRO CARANTOÑA
Viernes, 2 de diciembre 2011, 03:40
Tras unos veinte minutos de conversación en el patio de butacas del Teatro Campoamor, Sondra Radvanovsky se despide con una amplia sonrisa: «Tengo que ir al médico». Su voz se resiente por algo desconocido. No sabe si achacarlo a un virus, a un asma, al clima asturiano, al jet-lag, al cansancio, a todo al mismo tiempo... Su voz no está en su momento idóneo.
La cantante de Chicago no está asustada. No se amilana a pesar de ser una estrella de ámbito internacional, de ser una de las voces más reconocidas en lo que a Verdi se refiere, de tener tan poco tiempo para ensayar y de -ahí es nada- ponerle voz a la 'Norma' de Bellini por primera vez en su carrera.
A fin de cuentas, explica, la personalidad de una cantante se forja «cuando tienes que cantar estando mala. Al final lo consigues. Y eso te empuja a llevar tu límite un poco más allá: interpreté 'Il Trovatore' con neumonía».
Lo peor que puede llegar a suceder en estas circunstancias es, dice, «no vivir el momento». Estar mirando a lo que viene tras la siguiente curva, estar pensando de antemano en cómo saldrá esa complicada aria que aguarda agazapada. «Siempre intento vivir el preciso momento que estoy cantando», dice. Es la única forma de repetir el milagro, de rozar ese cielo del canto que ya vivió una vez en Los Ángeles: «Durante un instante, no sentí que estuviera cantando. Sentí que era mi personaje, que había trascendido el simple hecho de interpretar un papel. El director lloraba... Desde entonces quiero repetir la experiencia. Pero es muy raro que pase».
El oficio le brinda esa seguridad: habla italiano, con lo que empezó el proceso por traducir todo el libreto de 'Norma' para tenerlo claro. Luego la escuchó entera, «y, como siempre», no volvió a hacerlo. «Luego me senté junto al piano, con mi profesor y mi preparador en Nueva York. Y cantar y cantar». Seis meses de trabajo.
No parece muy creíble que tenga la voz mal hasta que tose levemente. Hasta la tos suena elegante, suena bien en boca de esta soprano. Su seguridad sigue sin quebrarse.
«La humedad de Asturias, que es una tierra preciosa, no me afecta. Al contrario. Viví en California, donde también hay mucha humedad, y creo que es algo bueno para mantener la voz así, humedecida, fresca». Mucho peor, para ella, Madrid, donde este verano cantó 'Tosca': «Un mes y medio de calor y clima seco».
Los dedos la apuntan a ella: pocas óperas reposan más en la protagonista que 'Norma'. Pero además, por su coloratura y timbre, «me han comparado con Maria Callas por el tipo de voz. Es como un fantasma que me persigue. La respeto mucho, pero yo no soy la siguiente Callas. Yo soy la primera Sondra, para bien o para mal».
El suyo no es un instrumento que pueda guardar en un estuche cuando terminen los ensayos, o reparar cuando se estropee. «No, mi instrumento es orgánico y siempre me acompaña. Es frustrante si te abandona, pero aprendes a dominarla». Sacarla y ofrecerla. «Se lo debo todo al público», dice la diva. «Todo saldrá bien», sonríe. Lo sabe.
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