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RAMÓN AVELLO
Sábado, 19 de noviembre 2011, 03:38
Jesús Menéndez Pelaez, presidente del Foro Jovellanos, recordó en unas palabras iniciales el contexto en el que nació la 'Cantata a Jovellanos'. En 1891, se inauguró en Gijón la estatua de Jovellanos esculpida por Manuel Fuxá, que hoy sigue en la Plaza del 6 de agosto. Para realzar la solemnidad de aquel acontecimiento, se encargó a Emilio Arrieta la composición de la cantata sobre un poema de Plácido Jove Hevia, vizconde de Campo Grande. Las crónicas de aquel evento son un tanto equívocas sobre la interpretación completa o parcial de esta obra. El caso es que la Cantata a Jovellanos, una de las últimas obras de Arrieta, paso, como quien dice, a dormir el sueño de los justos...hasta ayer.
Ciento veinte años después, la 'Cantata a Jovellanos' de Arrieta, transcrita y revisada por Fernando Menéndez Viejo, se interpretó íntegramente, quizás por primera vez, enmarcada en los actos del Bicentenario de la muerte de Jovellanos, y auspiciada por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, la Fundación Príncipe de Asturias y el Foro Jovellanos. Al concierto de la Iglesiona -abarrotada de público- asistieron Fernando Masaveu y Teresa Sanjurjo, en nombre de las fundaciones patrocinadoras, así como diferentes representantes de la vida política, social y religiosa de la ciudad y la región, entre ellos el consejero de Cultura, Emilio Marcos Vallaure y la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón. Esta última glosó la figura de Jovellanos leyendo unos extractos de una de sus cartas a Godoy, con los males políticos, y sus causas como protagonistas. Jovellanos reduce a tres los remedios: «buenas leyes, buenas luces y buenos fondos».
El encargado de darle voz a la cantata fue el Coro de la Fundación Príncipe de Asturias, dirigido por José Esteban García Miranda y con María Teresa Pérez Fernández al piano. Se enmarca la cantata en una épica patriótica típicamente decimonónica. La retórica de la letra del vizconde -que empieza «honor al poeta / patricio eminente / que brilla en la historia / cual fúlgido sol / aquel cuyo nombre / será eternamente / orgullo y lumbrera / del pueblo español»- la envuelve Arrieta con una composición sencilla, muy pegadiza, y generalmente con las voces de tipo acordal y apenas contrapuntos. Musicalmente se divide en tres secciones: la primera de carácter hímnico; la segunda con un lento más lírico; y la tercera, de carácter heróico, ensalzando en todo momento la figura de Jovellanos. Al final de la cantata, que dura unos diez minutos, se repite la sección inicial.
Hay que destacar el buen trabajo del coro y la pianista, con una interpretación compacta y siempre bien afinada. Esta cantata es hija absoluta de su tiempo. Lo que hace 120 años era grandioso y severo, hoy nos puede parecer quizás tópico y gracioso. Sin embargo, esta obra se debía exhumar y ser dada a conocer, ya que complementa una de las facetas jovellanistas. Es de admirar la rigurosa labor desarrollada por Fernando Menéndez Viejo en la transcripción y el entusiasmo que puso el Foro Jovellanos para el estreno de la obra.
Previamente al estreno, el coro y los pianistas Maria Teresa Prieto y Francisco Jaime Pantín, el Dúo Wanderer, interpretaron los deliciosos 'Liebeslieder Walzer, Op. 52', de Brahms, composición para piano a cuatro manos con cuarteto de voces que admiten desde cuatro voces individuales a, como sucedió ayer, cuatro voces corales mixtas, combinadas con una gran variedad. Hay un fondo schubertiano en estas 'canciones de amor' de Brahms, muy bien subrayado en la concepción del Dúo Wanderer que se percibe sobre todo en los diferentes matices emocionales y en esa libertad por la que los cantos se van entrelazando en una rica variedad muy bien interpretada por el coro.
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