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Cultura

Cantata a Jovellanos

Una olvidada obra de Arrieta, transcrita por Menéndez Viejo, canto de cisne del Bicentenario jovellanista

RAMÓN AVELLO

Miércoles, 16 de noviembre 2011, 03:38

El próximo viernes, día 18 de Noviembre, a las 20.15 horas, el Coro de la Fundación Príncipe de Asturias dirigido por José Esteban García Miranda estrenará en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, 'La Iglesiona', de Gijón, la 'Cantata a Jovellanos', de Emilio Arrieta, transcrita y adaptada por el compositor radicado en Gijón Fernando Menéndez Viejo.

La Cantata a Jovellanos de Arrieta está íntimamente unida a la estatua de Jovellanos de la plaza del 6 de Agosto, nombre de la plaza que recuerda el día de la llegada Jovellanos a su villa natal, en 1811, tras los áridos años de destierro y prisión. Ochenta años después, el 6 de Agosto de 1891, se inauguraba la estatua al prócer gijonés, esculpida por Manuel Fuxa y Leal. La estatua, plenamente integrada en la cotidianeidad gijonesa, responde a los patrones academicistas de la escultura española de finales del XIX, subrayados por el pedestal neoclásico sobre el que se esculpe un Jovellanos togado y sin peluca que lleva en una mano los planos del Real Instituto Asturiano, y en la otra el 'Informe sobre la Ley Agraria'.

Entre los actos con motivo de la inauguración de la estatua estaba prevista la interpretación de la 'Cantata a Jovellanos', compuesta ex profeso para esta efemérides por Emilio Arrieta, sobre letra de Plácido Jove y Hevia, vizconde de Campo Grande. Según cuentan los cronistas, la cantata no se ejecutó completa, por falta de ensayos conjuntos entre los alumnos de la escuela de Artes y Oficios de Gijón y los miembros de la banda de música de Oviedo. De la partitura se conservaron dos copias reducidas al piano u órgano y voz una en la Biblioteca Nacional, y otra en poder de la familia de Ricardo Donoso Cortés y Mesonero Romanos. Son las copias sobre las que ha trabajado Fernando Menéndez Viejo.

El nombre de Arrieta lo asociamos a una de las zarzuelas más populares del siglo pasado: 'Marina', y sin embargo, fue, más allá de 'Marina', un compositor de una gran influencia en la cultura musical española del siglo XIX. Nacido en Puente la Reina, provincia de Navarra, en 1823, alcanzó notoriedad musical en Italia, con su ópera 'Ildegonda', premiada en la Scala de Milán y representada con éxito en los principales teatros italianos de la época. De vuelta a España, Arrieta simultaneó diversas ocupaciones, como profesor particular de la reina Isabel II, compositor de óperas y zarzuelas; y a partir de 1851 profesor de composición y, director del Conservatorio de Madrid.

La labor de Arrieta en el campo de la cultura músical española fue muy eficaz. Arrieta, respaldado por Emilio Castelar creó en 1877 la Sección de Música de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y la Academia de Bellas Artes en Roma; potenció la figura del director del Conservatorio de Madrid, reformando las enseñanzas musicales y formó parte, junto con personajes como Acisclo Fernandez Vallín -sin duda la persona que le encargó la Cantata a Jovellanos- del Consejo de Instrucción Pública.

Por razón de cargo y de prestigio, Arrieta compuso varios himnos, a veces de muy diversos signos políticos. Así, pese a haber sido maestro de canto de Isabel II compone en los albores de la Primera República el himno '¡Abajo los Borbones!', escrito con motivo de la revolución septembrina de 1868. Años mas tarde, cantaría las glorias de Amadeo de Saboya; de la República y, cerrando el círculo, de la Restauración monárquica. La Cantata a Jovellanos, compuesta en 1891, dos años y medio antes de su muerte, se puede considerar la última obra del compositor navarro.

La partitura de la 'Cantata a Jovellanos', de Arrieta, sigue las líneas de la cantatas hímnicas nacidas en Francia. Evita las complejidades contrapuntísticas y el virtuosismo vocal propio de la cantata barroca, en aras de la sencillez. Las voces suelen marchar al unísono, o en imitación directa de tenores y bajos con sopranos y contraltos. Sencillez no exenta de algunos toques dramáticos, principalmente en las estrofas introducidas por solistas, y en los cambios de tonalidad y de compás, que aunque hoy nos pueda parecer un poco retórico, reflejan la sabiduría del viejo operista que era Arrieta. La 'Cantata a Jovellanos', sin ser una obra cumbre, en sus aproximadamente dieciocho minutos que puede durar su interpretación completa, es una obra digna para el acontecimiento a la que estaba destinada y que revivirá el próximo viernes con motivo del bicentenario de la muerte de Jovellanos, transcrita y adaptada con exquisito respeto y delicadeza por Fernando Menéndez Viejo.

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