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MARCOS MORO
Lunes, 14 de noviembre 2011, 07:16
El estudio de la Universidad de Oviedo que rechaza el desalojo de El Muselín por motivos de inestabilidad geológica, adelantado por EL COMERCIO, provocó ayer en el citado barrio una «movida cojonuda», según expresión literal del presidente vecinal, Ángel Piñera. Manifiestamente contentos, los vecinos piden ahora volver no ya a la situación anterior a la aprobación del nuevo Plan General de Ordenación (PGO), que considera a El Muselín un barrio a extinguir, sino a la de hace aproximadamente un lustro, ya que la suspensión de licencias para reformar las casas o las obras municipales de mantenimiento en los espacios públicos es bastante anterior a la citada aprobación, según Piñera.
El argumento vecinal es muy sencillo. Si la programación de un parque donde ahora se encuentran las casas estaba sustentada en razones de seguridad, al poner de manifiesto el estudio geológico que ese problema no existe, tampoco está justificada la consecuencia.
«Nosotros siempre dijimos que había motivos ocultos para acabar con el barrio», aseguró Ángel Piñera, que no tuvo inconveniente en enumerar tres circunstancias dignas de sospecha: la regasificadora, el interés logístico del puerto de El Musel y la explotación de una cantera de cuarcita que, «según una estimación que nosotros mismos pedimos, podría suponer un mínimo de 500 millones de euros».
Aunque el resultado del estudio no implica una modificación del PGO, la Asociación de Vecinos de El Muselín, resucitada tras largo letargo para abordar este problema, confía en que los responsables municipales afronten los cambios necesarios para devolver la tranquilidad a los vecinos. Por una parte, rectificando la fecha de caducidad de sus casas y, por otra, desbloqueando las iniciativas, públicas o privadas, tendentes a promover las labores de mantenimiento que garanticen el futuro de sus hogares.
A lo que no afectará el nuevo estudio es a la seguridad que notan los vecinos, ya que, en ese sentido «siempre nos sentimos seguros -manifestó Ángel Piñera-. Llevo 30 años aquí y cuando se construyó el dique Príncipe de Asturias hubo voladuras con las que llegó a romper algún cristal, pero nunca cayó nada. No tenía sentido decir que la instalación de Repsol está segura y nosotros no».
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