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Óscar Quesada, a la batería, en una de las imágenes de la muestra. :: LEO COBO
El Madrid del jazz
Cultura

El Madrid del jazz

Hasta el 7 de diciembre se puede visitar en el Casino la exposición 'Jazz life' de Leo Cobo e Israel Ortiz

ALEJANDRO CARANTOÑA

Martes, 8 de noviembre 2011, 03:40

Son solo veinte imágenes, veinte mordiscos de jazz, pero tras los cuales huele a humo y a larguísimas noches en cafés añejos. Todo, al alcance de la mano en el Centro de Interpretación del Cine en Asturias, en la última planta del Casino.

Se trata de una exposición que recorre una música que se instala ya en el estilo de vida, coincidiendo con el Festival de Jazz que hasta el próximo domingo se celebra en el Teatro Jovellanos. 'Jazz life' es un retrato, mano a mano, «de esos locales típicos de jazz de Madrid que no han cambiado con el tiempo. A los que la crisis no afecta, y que siguen inalterables tantos años después».

Así lo explican sus autores, Leo Cobo e Israel Ortiz de Zárate, que aunque comparten estudio nunca hasta ahora habían presentado una exposición conjunta.

Poco antes de la inauguración oficial de la exposición, alguien termina de ver una película en la oscura sala de proyecciones del CICA, y sobre la mesa de su director, Víctor Guillot, reposan un sombrero y un disco de Tom Waits.

Ni Cobo ni Ortiz son músicos: se sonríen ante la idea. «Nosotros solo somos fotógrafos. Fotógrafos profesionales».

Fotógrafos que han pasado muchas horas en locales como el Café Central, adosado al barrio de las Letras; el vecino café Populart; o el recién recuperado Bogui Jazz de la castiza calle Barquillo, a pocos metros de Chueca.

En la muestra conviven las estampas del esfuerzo, las caras hinchadas tras los trombones, saxos y trompetas (como la del cartel, con el zimbabuense Joseph Siankope, a la sazón retratado en estudio). También se encuentran ambientes, lugares medio desiertos pero inundados de jazz inaudible.

Caras, parecidos razonables (como TJ Jazz, Billie Holiday rediviva frente al objetivo de Cobo) y música retratada en blanco y negro forman parte de este particular paisaje, de estas dos decenas de imágenes que, como los propios autores cuentan, no son más que la punta del iceberg.

De Gijón, donde han aterrizado «felices y de casualidad», se marcharán con el jazz a otra parte: a Madrid, a Palma de Mallorca. Pero eso será después de este mes, cuando, el siete de diciembre, termine la exposición. Hasta entonces, jazz.

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