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LAURA FONSECA
Sábado, 5 de noviembre 2011, 03:40
Ha practicado más de 300 reimplantes y otros 500 autotrasplantes. Ha puesto dedos de pie en una mano y realizado microcirugías de todo tipo. Ahora, Daniel Camporro, jefe de Cirugía Plástica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), se prepara para dirigir el primer trasplante de brazo del Principado y el cuarto de España. El equipo asturiano ya dispone de la autorización de la Comisión Nacional de Trasplantes. Sólo falta que aparezca un donante, algo que «puede ocurrir en cualquier momento», según asegura.
-¿Cómo será el trasplante de antebrazo que tienen previsto practicar en el HUCA?
-Será un trasplante unilateral, es decir, de un solo antebrazo.
-Pero el paciente al que va destinado el trasplante, ¿no ha perdido los dos brazos?
-Sí, pero es que este tipo de trasplantes está recomendado, hoy por hoy, sólo para personas que hayan sufrido amputaciones por debajo del codo o inmediamente por encima. En el caso que nos ocupa, hablamos de un joven que perdió un brazo de forma completa, es decir, desde el hombro, y otro en el que la pérdida es desde el antebrazo. Precisamente sería este último el que le implantaríamos, ya que la amputación del otro brazo no se ajusta al protocolo.
-¿Cómo sufrió la amputación?
-Fue durante un accidente eléctrico. Una descarga de alto voltaje. Es un joven de unos 30 años que llevamos atendiendo en el servicio de Cirugía Plástica desde hace algún tiempo.
-¿Lleva muchos años con los brazos amputados?
-Si no recuerdo mal, la amputación la sufrió hace unos dos años. Su caso se ajusta perfectamente al perfil que requieren este tipo de cirugías. En general, se propone el implante cuando la persona lleva amputada entre año y medio y dos años, y siempre que durante ese tiempo no se haya adaptado a ninguna prótesis.
-¿Cómo llegó el HUCA a lograr la autorización para realizar esta cirugía de la que en España sólo se llevan hechas tres y de las que hay pocas en el mundo?
-La aprobación no es algo que surge de improsivo, sino que es producto de muchos años de trabajo. Ya en 2000, nuestro servicio había obtenido permiso para hacer un trasplante de mano. El problema que nos surgió en aquella ocasión fue que el paciente seleccionado acabó siendo rechazado porque no cumplía los criterios necesarios.
-¿El de ahora los cumple?
-Sí. De hecho, la petición a la Comisión Nacional de Trasplantes surge de las necesidades que nos planteó el propio enfermo. Tras analizar detenidamente el caso, se llegó a la conclusión de que el implante era la única forma de mejorar un poco su calidad de vida.
Requisitos estrictos
-¿Qué requisitos debe cumplir el paciente para que le implanten el antebrazo de un donante?
-Lógicamente, tiene que ser una persona sana, que no sufra ningún cáncer maligno ni ninguna otra enfermedad que pueda afectar al tratamiento inmunosupresor que deberá seguir de por vida después del trasplante. También que la amputación sea de ambos brazos, aunque luego el trasplante, como es nuestro caso, se haga solo de un miembro. Otro requisito muy importante es que supere la valoración psiquiátrica. Un trasplante de antebrazo es un proceso muy duro, ya que en muchos casos requiere un proceso de rehabilitación de años.
-¿El rechazo psicológico es importante?
-Solo hubo uno, y fue del del primer caso que se hizo en Francia. Después de ése, no se conoció ninguno más. Personalmente, creo que el fracaso de ese trasplante fue porque no se seleccionó bien al receptor.
-¿Qué tipo de vida lleva este paciente seleccionado por el HUCA?
-Imagínese una vida sin ninguno de los dos brazos en una persona que tiene sólo 30 años de edad. Es un joven que necesita ayuda para todo, hasta para tocar el botón de un ascensor.
-¿Y no se ha puesto una prótesis?
-No hay ninguna prótesis que se adapte a su caso. Cuando pierdes los dos brazos es muy difícil que una prótesis resulte efectiva.
-¿Qué importancia tiene para el HUCA convertirse en el segundo hospital del país y uno de los pocos del mundo en hacer este tipo de cirugías?
-Muchísima. Este tipo de trasplante situará al HUCA a un nivel superior, imagino. Para nosotros, como equipo, supone la consolidación de muchos años de trabajo. No obstante, personalmente no lo veo como nada especial, aunque entiendo que genere expectación.
-¿Hay fecha ya en perspectiva para la operación?
-Sinceramente, no. Es imposible poner una fecha porque todo dependerá de la aparición de un donante idóneo, que, a su vez, deberá cumplir unos criterios muy estrictos.
Reconectar funciones
-¿Cómo se hace una operación de este tipo?
-En primer lugar, hay que contar con dos equipos que trabajarían de forma sincronizada. Uno se encargaría de retirar el brazo del donante y el otro de preparar al receptor.
-¿De dónde procederá el donante?
-Nos gustaría que fuera de Asturias para acortar los tiempos de isquemia, que son las horas que transcurren desde que el brazo es retirado del donante y se reimplanta en el receptor.
-Es una labor de ingeniería reconectar todo, ¿no?
-Hay que reconectar el hueso, los tendones, los músculos, los nervios, las arterias, las venas... Todo.
-¿Qué es lo más difícil?
-La reparación de los nervios, ya que es lo que da la funcionalidad del trasplante y es el punto crucial de la cirugía. Estamos hablando de una operación en la que llegan a participar en conjunto más de quince personas y que puede durar entre siete y nueve horas.
-¿Cuánto tiempo tardará el enfermo en poder mover la mano que le trasplanten?
-Nuestro paciente tardará bastante tiempo porque la amputación que sufrió a causa de la electrocutación fue muy agresiva. Tiene la zona de alrededor muy dañada. Calculamos que empezará a tener una movilidad útil a partir de los seis meses.
-¿Qué resultados se conocen de los implantes hechos en otras partes del mundo?
-Los datos de los tres trasplantes de brazo y cara practicados en Valencia por el doctor Cavadas no están publicados, pero los resultados que tenemos de Estados Unidos y en Alemania hablan de una recuperación funcional bastante buena. Hay pacientes que recuperan el 55% de la función original y, cuando no tienes nada, eso es mucho. Lo que no es muy buena es la función fina de la mano.
-Pero, ¿podrá coger un vaso?
-Sí, sí, claro. Podrá hacer una vida relativamente normal.
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