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GUILLERMO F. BUERGO
Jueves, 3 de noviembre 2011, 03:41
El pasado viernes, 28 de octubre, un disparo rompía la calma en la sierra del Sueve. La bala volaba desde el cañón de un rifle calibre 270, del que es propietario el mierense Antonio Fernández Bueno. La detonación trajo como consecuencia que un gamo doblara la rodilla en la zona del Bustacu, en el lote de El Potril, por encima de la localidad de Cofiño. El trofeo del gamo no era cualquier cosa porque se trataba de un medalla de oro, un ejemplar de 197 puntos, posiblemente la mejor pieza abatida en la sierra desde la introducción de la especie, en 1961. Tal vez fuera el patriarca del Sueve, un excepcional gamo solitario apartado hace escasas fechas de la circulación tras haber concluido la época de celo.
Hace menos de un mes que había finalizado el conteo de gamos en el Sueve y los guardas llegaron a contabilizar 610 ejemplares, una cifra óptima para ese espacio muy próximo al mar, donde hace diez años habían saltado las alarmas ante la existencia de más de 1.300 cérvidos. Y hasta dos días antes del rececho del pasado viernes nadie se había percatado de la presencia del espectacular macho y si lo habían contado la distancia de avistamiento no permitió percibir la calidad de la cuerna. Lo cierto es que el mierense, asistido y asesorado por Ramón González de Lena, el jefe de la guardería, no necesitó más que un certero disparo.
El gamo es una especie foránea en la sierra. Llegó al Sueve en 1961, a través de una introducción realizada con ejemplares procedentes del parque segoviano de Riofrío. Fue una apuesta del Instituto para la Conservación de la Naturaleza (Icona) y los primeros gamos se soltaron para su aclimatación en una finca cerrada de Lastres.
Los pioneros creían que la caza del gamo podría significar un reclamo para atraer cazadores y complementar su presencia en la comarca con la actividad turística. Hoy, los gamos del Sueve gozan de gran fama en todo el mundo porque no solamente representan cantidad sino también calidad en sus trofeos.
Hace ahora justamente tres años, el cazador canadiense James Elmer Shockey, profesional en Alaska, tumbaba en Fontanielles otro gamo medalla de oro, de 190 puntos, utilizando un rifle de avancarga.
Elmer, flaco y correoso, heredero de David Crockett, es un conocido personaje que se dedica a la gestión cinegética y a cazar por todo el mundo. En su vitrina de trofeos hay leones, elefantes, hipopótamos, búfalos y osos blancos y grizzly de Alaska. Cuando viajó a España, en otoño de 2008, se llevó el gamo del Sueve; un rebeco de Piloña; una cabra montesa de la sierra de Ronda; un arrui de enclaves alicantinos; un sarrio del Pirineo y un corzo de Álava. Una vez logrados sus objetivos, comentó que iba a ser difícil que regrese a Asturias y dijo para EL COMERCIO que la sierra del Sueve «es uno de los cinco lugares más bonitos del mundo».
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