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E. ARENAS
Domingo, 4 de septiembre 2011, 04:38
El derecho fundamental a la protección de datos está cada día más en entredicho. Llamadas telefónicas a cualquier hora del día o de la noche para hacer las más diversas ofertas, buzones de correos cargados de propaganda que no se ha solicitado, mensajes publicitarios en los contestadores de teléfono o presencia indiscriminada en la red de datos personales y fotografías que nadie sabe de dónde han salido. Empresas y particulares están cada día más preocupados por la aplicación de este derecho fundamental. Y también cada día más concienciados.
El desamparo para los ciudadanos es ahora preocupante, pero nada comparado con lo que nos espera. Expertos consultados por este periódico coinciden en que «la realidad nos está sobrepasando porque los medios técnicos avanzan a mayor velocidad que los sistemas de protección».
Internet, seguridad ciudadana, derecho fundamental, seguridad y vida privada son conceptos clave en este debate de la protección individual y de datos. Algunos avances técnicos, sin embargo, han llevado a muchos a creer que la privacidad es una reliquia del pasado siglo. Ese error pone en peligro un derecho fundamental.
Un ensayo del magistrado y profesor-tutor del Centro Asociado de la UNED en Asturias, David Ordóñez Solís, analiza estas circunstancias y profundiza en el modo en que los jueces se enfrentan, en un marco jurídico europeo, a los daños sufridos por los ciudadanos.
Escasez de denuncias
Las principales anomalías se producen, según concluye el magistrado, como consecuencia de las injerencias tanto de los particulares como de las autoridades públicas en la vida privada haciendo un uso ilegítimo de los datos personales. El problema es que, pese a que las irregularidades se cometen a diario, pocos particulares se deciden a presentar denuncias porque consideran que, de llegar a la vía judicial, se producirá la lucha de un gigante contra un enano ya que las infractoras suelen ser grandes compañías muy acostumbradas a batallar en el campo de los tribunales.
David Ordóñez reconoce que la falta de denuncias propicia a veces abusos por parte de las empresas y por eso cree que la concienciación de los ciudadanos es clave en este asunto a la hora de defender el derecho a la privacidad y a la protección de datos personales. «Los ciudadanos tenemos que protestar», señaló, como medio más importante para preservar este derecho. Ordóñez estima que «los cambios en la sociedad actual son vertiginosos, pero la legislación es buena para defender un derecho esencial para la persona. Pese a ello no duda al afirmar que «estamos ante un derecho fundamental de este siglo que tenemos que defender con un sistema jurídico del siglo pasado».
Un terreno en plena efervescencia y para el que todavía no hay muchos diagnósticos certeros sobre cómo le afecta la defensa de la protección de datos es el de las redes sociales. Para David Ordóñez el derecho en este campo «es algo esencial para la persona y lo que están haciendo los jóvenes en las redes sociales resulta peligro ya que entregan muchos datos sin ninguna protección que van a quedar ahí y que en el futuro les pueden perjudicar mucho».
Pese a que hay una especie de convencimiento general de que la privacidad es una reliquia del pasado, como puede llevar a pensar la expansión de internet, el auge de las tecnologías de la información o la proliferación de las redes sociales, lo cierto es que el derecho a la vida privada y a la protección de los datos personales es una de las manifestaciones más significativas y sensibles de los derechos fundamentales en la sociedad contemporánea, dice David Ordóñez en su obra.
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