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OPINIÓN ARTICULOS

Vivir a medio gas

JOSÉ ÁNGEL CAPERÁN

Martes, 23 de agosto 2011, 04:39

Hay una emoción que tememos más que a cualquier otra cosa en el mundo, más incluso que el miedo a morir. Es el arrepentimiento, el miedo a equivocarse y no poder rectificar. A lo largo de la vida tomamos decisiones constantemente, algunas nimias y otras claves, realmente vivir no es sólo respirar sino decidir. Elegimos pero no siempre con total certeza, muchas veces, demasiadas para mi gusto, a ciegas. Algunos incluso vivimos completamente a ciegas ¿acaso es una mala forma de vivir? Quizás sí, pero estoy vivo y actúo como tal. Sin embargo no solemos ser tan temerarios como Alicia en el País de las Maravillas que no se sorprendía de que un conejo hablara ni tampoco se preguntó antes de entrar en la madriguera si cabría, simplemente decidió entrar. La mayoría de la gente nos cuestionamos mil veces si debemos hacer una u otra cosa, me pongo siempre, por precaución o mediocridad, en el peor de los casos y, si no es demasiado malo, decido al 99.9% de seguridad. Así no se puede ir a ningún sitio, así no ganaremos más dinero, así no conseguiremos una pareja que nos satisfaga, así nunca tendremos hijos porque nunca estaremos del todo seguros de hacer lo correcto en el momento oportuno. Vivir es decidir y arriesgarse, de lo contrario nada nos diferenciaría de los vegetales.

Una planta hace sólo dos cosas: respirar y conformarse. Si una persona sólo respira y se conforma no será feliz, lo que sentirá es arrepentimiento atenuado con un sentimiento de conformismo que actúe como un narcótico de por vida. ¿Es vida vivir narcotizado? ¿Es vida vivir sin decidir, sin arriesgarse? Tenemos miedo a arrepentirnos a que nos equivoquemos de puerta. Siempre habrá más puertas que oportunidades y muchos viven pensando en la puerta que no eligieron. Viven físicamente en la realidad escogida, con su mente viven de forma virtual la irrealidad y su corazón lo único que siente en frustración porque ambas no coinciden. Cierto que siempre hay al menos dos puertas donde elegir sólo una, pero lo que debemos saber es que las que no elegimos realmente son puertas pintadas en la pared. La correcta, la verdadera, es la que abres. Suena ridículo arrepentirse por no haber elegido una puerta ciega. Al final de la vida el 99.9% de la gente no se arrepiente de nada en su vida, créetelo, y si hoy te arrepientes de algo cuando pase el tiempo suficiente cambiarás de opinión: de haber dejado ese trabajo, de haber conocido a esa persona que te ha roto el corazón o de haber emprendido aquel negocio fracasado.

Francesca, la protagonista de Los Puentes de Madison, pasó años frustrada por la duda de si debió o no subir a la furgoneta de su amante de cuatro días, pero en su final sin duda volvería a decidir no elegir esa puerta pero ¿cuánto tiempo perdido respiración frustración? Es cierto que, a medida que crecemos, las decisiones son más complejas porque atañen a más gente e implican quizá cambios radicales que pueden hacer que no nos compense ya rectificar nada. La frustración suele ser individual y egoísta, cuando decidimos tomar una camino en lugar de otro podemos sentir arrepentimiento, dejarnos vence por él y volver atrás, pero ojo, si las consecuencias de nuestras rectificaciones, por ser tardías pueden poner boca abajo la vida de otras personas has de saber que te mueve simplemente el egoísmo pues tu momento de prueba ha pasado. Somos libres para decidir y arriesgarnos pero también hemos de ser responsables de nuestros actos cuando ya hemos tejido una tela de araña donde ha cimentado su vida otra gente que nos considera sus pilares. Mi vida y tu vida acabará siendo una hermosa línea recta hecha de retales de todo tipo: absurdos, obvios, trágicos e incluso felices. Hagámonos el favor de no esperar al lecho de muerte para tener la correcta perspectiva de nuestra existencia.

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