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ANA SALAS
Domingo, 14 de agosto 2011, 04:39
Calatrava es el arquitecto del movimiento por sus obras inspiradas en el parpadeo del ojo humano o los pájaros en pleno vuelo. El gran edificio conocido como Àgora, de 70 metros de altura, está coronado por unas alas móviles con las que Calatrava pretende regular la luz solar. Aunque debía haber terminado en 2007, aún no las han instalado por la dificultad que conlleva. Algo parecido ha pasado en Oviedo. La visera móvil del palacio de congresos de Buenavista también está fija. Pero avanzan sus responsables que podría recuperar su movilidad el próximo año. Se plantean cerrar «tres o cuatro meses», los de actividad más baja y «si hay dinero» ponerse manos a la obra.
En la visera del Palacio de Congresos Ciudad de Oviedo está todo el mecanismo instalado para mover sus 2.500 toneladas de acero. Un sistema hidráulico, que costó más de cuatro millones de euros, sería el encargado de elevar las costillas móviles, ahora fijas.
El problema surgió casi terminada la obra. La empresa subcontratada como responsable de la construcción metálica del complejo de Buenavista debía unir las costillas al arco que las movería todas a la vez. Pero la fórmula utilizada no funcionó. La pieza estalló en dos ocasiones. El tiempo apuraba. Santiago Calatrava pensó en hacer un diseño distinto para volver a intentar que las piezas encajaran en el arco y lograr levantar la visera. Pero era marzo. El primer gran congreso estaba previsto para finales de mayo, pero ya a lo largo de aquel mes había comprometidos actos. Por ejemplo, el mitín de campaña que protagonizó Mariano Rajoy el 11 de mayo.
La propietaria, Jovellanos XXI junto con la empresa constructora, Fiaga (también de las familias Cosmen y Lago), la subcontrata y el propio arquitecto, decidieron que la visera quedaría fija para garantizar la seguridad del edificio. Una solución que, sin embargo, puede que no sea definitiva. De hecho, el Ayuntamiento dejó la operación pospuesta a actuaciones futuras que deberá realizar la empresa concesionaria dentro del plazo de garantía de obra». Es decir, un año.
El tiempo justo para volver a intentarlo, según los planes de Jovellanos XXI. La actividad congresual baja en verano por lo que podría «parar el palacio tres o cuatro meses si hay dinero» y volver a intentar que la visera funcione, explica José Luis Marrón, director general de Jovellanos XXI. Si se abriera, quedaría al aire libre el auditorio; todo un espectáculo para un día soleado.
La solución técnica, de momento, está por definir. Entre otras cosas porque el asunto ha llegado a los tribunales. La empresa encargada de hacer el anclaje, la UTE Buenavista (formada por Augescon y Tradehi) denunció a la constructora que le rescindió el contrato cuando hubo que dejar fija la cubierta y dejó de pagarle lo que le debía. Según calcula la UTE, la factura podría elevarse hasta los 4 millones de euros.
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