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OPINIÓN ARTICULOS

Un caracol en la ventana

Es una invitación a la mirada lenta, a contemplar sin prisas el mundo

FRANCISCO ÁLVAREZ VELASCO

Sábado, 16 de julio 2011, 04:36

El caracol se ha asomado a la ventana. Detrás del cristal, un cielo nocturno de azul intenso y limpio; un fragmento de la ciudad y el mar Cantábrico, verde. El azul de la noche se derrama sobre el arenal de San Lorenzo, que ahora tiene la forma de cuerno de luna menguante. La luz lunar tiñe de oro la hilera de edificios que parte de la ventana y termina en la Colegiata de San Pedro. El caracol ha sacado sus cuernos a la luna y mira muy lentamente, como deben de mirar los caracoles, el tiempo detenido en un instante lleno de belleza. El cuadro, que forma parte de una exposición de óleos en la Casa Museo Doña Sancha de Covarrubias, es de Josefina Junco y se titula 'Nocturno gijonés para Aurelio'. Si lo traemos aquí, es como una invitación para este mes o el vecino agosto -«augusto y lento»-, una invitación a la mirada lenta, a contemplar sin prisas el mundo.

Hay cuadros poemas, como este y otros muchos de Josefina Junco, y hay poemas cuadros, como el que Gerardo Diego le dedicara a la playa de San Lorenzo, regalo de la Naturaleza para su mirada, al tiempo que poética personal y ofrenda a sus amigos. «Delicia de los ojos» para el poeta, la playa -el mar- es arte en ejercicio, «lección de insistencia, de reiterado impulso, de eternas tentativas». Es la misma visión del verso de Paul Valery, la búsqueda de un equilibrio de belleza madura que nunca se alcanza: «la mar, la mar, sin cesar empezando.».

Josefina Junco prefiere, sin duda, los dos versos que siguen: «Recompensa después de un pensamiento: / Una larga mirada sobre la calma de los dioses». La Naturaleza por fin se ha aquietado en un instante en el que la armonía cósmica se ha hecho cima de la existencia del contemplador o del creador. 'Armonía cósmica' es título de otro óleo de la pintora asturiana: Un mirlo posado en los alambres de un pentagrama lanza al aire sus notas que fluyen por una escala que llega hasta la luna menguante ascendiendo entre árboles y flores y una casa: ¿Un haiku? ¿Podría servir para un homenaje al Fray Luis de León de la 'Oda a Salinas'? ¿Correspondencias de Baudelaire? Tal vez todo ello, pero, además, invitación a una mirada lenta en un tiempo de tantas prisas en que nuestros ojos no son capaces de ir tomando posesión de las imágenes de paisajes, pueblos y ciudades, gentes. Cuando, al contrario, es la industria turística y sus empresas administradoras de ocio estival las que se adueñan de nuestras miradas para llevarnos a ver las parcelas de realidad y en el tiempo reglado que ellas decidan. En suma, una sucesión de instantes que no llegan a configurar forma alguna y miles de imágenes almacenadas en la memoria digital de una cámara, esa que se interpone entre nuestros ojos y la realidad del mundo.

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