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D. DE MIGUEL
Domingo, 12 de junio 2011, 04:34
Curtido en mil negociaciones y testigo de los principales acuerdos y reformas que se han puesto en marcha en el mercado laboral en los últimos años, Severino García Vigón (La Hueria de Carrocera, 1941) se muestra pesimista respecto al alcance que tendrá la reforma de la negociación colectiva que aprobó el viernes el Gobierno. Habla de «verdades manipuladas» en el análisis del fracaso de la negociación «porque el acuerdo nunca estuvo próximo» y aboga por romper con la dicotomía entre el miedo de las empresas a contratar y la presunción de Gobierno y sindicatos de que los empresarios españoles disfrutan despidiendo trabajadores.
-Llevaba tiempo demandando la necesidad de que el Gobierno gobernara. Visto el texto de la reforma colectiva aprobado el viernes por el Ejecutivo, ¿lamenta que no se haya podido alcanzar un acuerdo con los sindicatos?
-Llevaba tiempo demandando que el Gobierno gobernase, es cierto, pero que gobernase bien.
-¿Pero lamenta que no haya habido acuerdo?
-Sin duda. Pero no tengo una falsa conciencia. Hubiese tenido más falsa conciencia si los empresarios hubieran firmado un acuerdo que no va a servir para solucionar los problemas del mercado laboral. En momentos excepcionales se necesitan políticas valientes y el Gobierno tiene la obligación de tener olfato para saber en tiempo y forma la viabilidad de los acuerdos.
-¿Le ha defraudado la postura de los sindicatos?
-Sin duda. Los sindicatos no son conscientes de la realidad que nos toca vivir.
-El texto aprobado habla de flexibilidad, de arbitraje obligatorio, de dar prioridad a los convenios de empresa... ¿Será positivo para los mercados o se quedará en un mero brindis a los mercados?
-El anteproyecto es decepcionante.
-El proyecto aprobado por el Consejo de Ministros modifica el texto conocido hasta ahora al reducir de veinte meses a ocho el plazo mínimo de bloqueo de la negociación colectiva antes de acudir al arbitraje. ¿Es un avance que el Ejecutivo se haya inclinado hacia su tesis en este apartado?
-Sí. Es una avance con relación a lo que había anteriormente, pero consideramos que no es suficiente. En su momento nos pronunciaremos al respecto, pero en todo caso ahora hay que decir que los retoques improvisados no son una buena señal. Demuestran que el Gobierno no tiene las ideas claras y a nosotros no nos gusta las labores improvisadas de bombero que está haciendo el Gobierno.
-El viernes, en el discurso de clausura ante la asamblea general de Fade, habló de «verdades manipuladas» a la hora de analizar el fracaso de las negociaciones entre patronal y sindicatos. ¿Cuál es la verdad para los empresarios?
-Se dijo hasta la saciedad que el acuerdo estaba cerca, pero no era cierto. Si hubiera estado a un 15% como decía el Gobierno, ¿por qué en el texto aprobado hay diferencias tan abismales con respecto a las posiciones de la patronal? Una de dos, o no era verdad que estaba tan avanzada la negociación, que es lo cierto, o, por el contrario, alguien cambió de chaqueta y le aseguro que no fueron los empresarios.
-¿Qué parte de responsabilidad asume la patronal en el fracaso de las negociaciones?
-La de no haber firmado lo que no se podía firmar. De haberlo hecho, no hubiéramos sido leales con lo que la economía, el mercado de trabajo y los empresarios necesitan. La negociación es cosa de dos y si una de las partes insiste en que todo está bien y en que no hay que cambiar nada, vamos a continuar igual. Esa ha sido la posición sindical. La de la patronal no ha cambiado. Los avances que se habían producido cuatro días antes de las elecciones en los diez puntos que llevó a la mesa de la negociación la CEOE habían sido mínimos.
-¿Cree entonces que hubo interés por parte del Gobierno en vender que el acuerdo estaba cerca?
-Sin duda alguna. Hubo presiones externas y también políticas.
Pánico a contratar
-El presidente de la patronal insiste en que en el sector empresarial hay pánico a contratar. ¿Comparte esa postura?
-Claro que la comparto. La reforma laboral ha sido un desastre. ¿Cómo va una pyme a firmar contratos indefinidos con lo que se le puede venir encima? Estaría comprando la muerte laboral. Hay que romper la dicotomía entre el miedo de los empresarios a contratar y la presunción de Gobierno y sindicatos de que los empresarios españoles disfrutan despidiendo trabajadores. Un empresario está feliz teniendo con él a los mejores.
-Sin negociación colectiva los derechos de los trabajadores no están asegurados. Entenderá que los representantes de los trabajadores velen por ellos.
-¿Derechos de quienes? Será de los trabajadores que tienen contratos indefinidos porque de los que no están trabajando o tienen contratos precarios no se preocupa nadie. Preguntémosles a lo trabajadores que no tienen trabajo o lo tienen precario qué opinan de esta negociación. Seguro que ellos no discutirían sobre indemnizaciones porque lo que quieren es trabajar. En principio todos los contratos deberían ser indefinidos porque eso facilita la concesión de créditos y hace a cualquier individuo responsable de sus propios quehaceres.
-¿Confía en que la reforma de la negociación colectiva pueda mejorarse en el Congreso?
-En función de los antecedentes no tengo mucha confianza. Al Gobierno le obligaron a tramitar la reforma como ley urgente y apenas hubo cambios.
-Sin embargo, el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, en un giro inesperado, ha decidido dar marcha atrás a la reforma laboral y satisfacer una de las aspiraciones de los empresarios de abaratar el coste del despido, aunque para empresas con pérdidas «transitorias». ¿Qué le parece esta decisión?
-Es la aclaración de un asunto que estaba pendiente y esto hay que verlo así. Tenemos que analizarlo con calma y a fecha de hoy no lo hemos hecho todavía. Tenemos que ver cual es el alcance de esta medida y qué excepciones puede tener porque a veces los enunciados de las medidas son una cosa y cuando se entra en la descripción de las mismas pueden quedar totalmente neutralizadas. Nos reservamos la opinión sobre el contenido de la medida.
-¿Es un guiño del Gobierno hacia los empresarios?
-No cabe duda de que sí.
-¿Podría un eventual Gobierno de derechas afrontar las reformas laborales pendientes?
-Lo tendría mucho más difícil. No se puede esperar. La economía española necesita con urgencia esas reformas y también las empresas y los parados. No podemos jugar con los tiempos políticos cuando hay necesidad de comer.
-La conformación de los nuevos Gobiernos autonómicos está siendo salpicada por las dudas sobre la solvencia de muchas comunidades.
-Hay que tener muchísimo cuidado porque estamos siendo vistos con ojos de halcón en el exterior. Eso hay que demostrarlo. No es momento de presunciones, sino de hacer las cosas bien. Los prejuicios no deben entrar.
Déficit regional
-¿Cree que podrá contener el Gobierno las desviaciones negativas de las comunidades?
-A la vista de los resultados del primer trimestre que alcanzan en su conjunto el 0,46% del PIB va a haber problemas y eso sin pensar que podría haber más cosas.
-¿En qué situación se encuentra la economía asturiana?
-Los datos dicen que se encuentra en una posición mucho más favorable que otras comunidades y no tengo razones para dudar de ellos. El año pasado Asturias cumplió con el ajuste fiscal y este año estamos por debajo del resto de comunidades. Sin embargo, esos buenos datos no deben ocultar la preocupación por la tendencia creciente de la deuda del Principado, que en el año 2010 aceleró su ritmo de incremento hasta el 48% respecto al año anterior. Nos encontramos en una fase muy tímida de recuperación y cualquier mala gestión puede dar al traste con el camino recorrido de cara a la salida de la crisis.
-El Gobierno dice que a finales de este año empezará a crearse empleo. ¿Coincide con el pronóstico?
-La finalidad no es crear empleo sino actividad económica. Si no la creamos no se creará empleo. El empleo no es un fin en sí mismo, es una causa de crisis de actividad económica. Hay que tener condiciones.
-¿Pasan esas condiciones por una bajada de impuestos?
-Lo que necesitamos es que las empresas vuelvan a tener pedidos. La bajada de impuestos mejora las condiciones de competitividad y hay que bajarlos a tenor de lo que existe en otros sitios para no estar en desventaja.
-La reforma de las cajas de ahorros es la otra gran reforma pendiente. ¿Podría Cajastur haber tenido un mayor compromiso con los empresarios?
-Las cajas tienen unos problemas internos fuertes y en estos momentos todas las precauciones son pocas.
-¿Teme que el cambio de signo político del Gobierno en Asturias derive en intentos de injerencia política en la entidad?
-No debiera de ser así, porque con las cosas de comer y con los temas financieros no se debe jugar. Las cajas de injerencias políticas ya van sobradas y precisamente por injerencias políticas tenemos lo que tenemos. Hay que ser escrupulosos y dejar las cosas como están y con el encaje que tienen.
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