

Secciones
Servicios
Destacamos
PPLL
Domingo, 12 de junio 2011, 04:34
La vacante que dejó Max Valdés como director titular de la OSPA se podría cubrir, como todas las vacantes, de muchas maneras. Una, el dedo; la designación directa realizada por un autócrata o/y un influyente. Otra, el delfinato, es decir a un joven de valía -que aquí en Asturias hubo al menos uno pero no se le hizo mucho caso- al que se va preparando para la sucesión natural. El problema del delfinato es que, frecuentemente un delfín puede valer más que un rey. Otra, la selección más o menos privada, y otra el concurso-selección más o menos pública pero con deliberaciones privadas. A esta última modalidad corresponde la selección entre catorce aspirantes para la sucesión de Valdés. Aspirantes que han protagonizado la actual temporada de abono. Una comisión en la que están representados dos políticos -Mercedes Álvarez y Jorge Fernández León, la gerente Ana Mateo, dos músicos de la OSPA y tres personas del mundo de la música- será la encargada de la elección entre estos seleccionados.
Para la OSPA este proceso ha sido positivo. De hecho, frente a una cierta rutina de los últimos años de Valdés, esta temporada ha servido para destapar el frasco de las esencias musicales. Para sacar una cuerda casi ya olvidada o a veces nueva o una sonoridad de los metales compacta y homogénea. Ha servido también para desarrollar y enriquecer en los músicos de la OSPA el sentido de la adaptación y la entrega a cada director, cada uno muy diferente. Esta temporada de transición fue buena para la orquesta, y, entre otras cosas, hay que reconocer que la selección de los catorce magníficos se hizo bien. Se podrá argumentar que no son todos los que están, pero desde luego, están todos los que son.
El valor de las acciones no sólo está en como empiezan, sino en terminarlas bien. Y en este sentido, considero que el proceso de selección de director se debe terminar rápido.
La temporada más rica
La eventualidad de los cargos políticos se podría resolver con una abstención y así, decidir ya el sucesor de Valdés. Repetir el próximo año la selección implicaría no una riqueza, sino una merma de la proyección artística de la OSPA.
Hay que elegir; elegir ya y elegir bien. Probablemente de los catorce hay seis o siete que no reúnen, unos por multitud de compromisos, otros por otras razones, las condiciones idóneas pero entre los restantes los hay muy válidos, tanto por la proyección de futuro como por su formación actual. En esta selección hubo agradables sorpresas que sería muy prolífico destacar.
El reencuentro con Ari Rasilainen, la madurez y rigor de Perry So -«cuando la China despierte...», el fantástico 'Tristán' de García Calvo, el contraste entre la aparente fragilidad de Anu Tali y su fuerza y genio -dicen que a veces mal genio- artístico, la sensibilidad de Virginia Martínez, la ecuanimidad de Milanov o la infinita variedad y riqueza de tendencias británicas en la dirección.
Sin duda, todo ello se ha plasmado en una de las mejores temporadas de la OSPA. Por no decir la mejor.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Los libros vuelven a la Biblioteca Municipal de Santander
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.