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RAFA BALBUENA
Domingo, 29 de mayo 2011, 04:48
Chano Domínguez continuará en el Niemeyer una gira en la que llevará a distintos auditorios su último trabajo, 'Piano Ibérico', en el que recrea obras de Albéniz, Falla, Granados y Mompou, junto a composiciones propias, y en el que exhibe sus raíces flamencas, fusionadas con el jazz. Con más de treinta años de tablas, desde que fundó, allá por los años setenta, el grupo de rock andaluz Cai, Chano Domínguez (Cádiz, 1960) es un personaje clave de la escena musical española, con gran proyección internacional. Ha editado dieciséis álbumes y ha colaborado con algunos de los grandes del jazz y con cantantes y grupos como Martirio, Ana Belén, Carmen París o Presuntos Implicados.
-Hace una semana actuó en el Niemeyer su amigo Paquito D'Rivera. ¿Se pusieron de acuerdo?
-Paquito y yo somos muy buenos amigos y coger su testigo en el escenario es un verdadero placer.
-¿Qué supone para usted compartir escenario, cada uno con su respectivo concierto, con un batería del prestigio de Ignacio Berroa?
-Pues también es todo un placer. Ignacio y yo tuvimos la oportunidad de trabajar juntos en Miami hace más de una década y desde entonces le tengo una gran aprecio. Me alegra mucho saber que vamos a estar juntos en Avilés.
-Por cierto, usted tiene vinculación con esta ciudad a través de otro percusionista, Tino di Geraldo.
-¡Cómo no! Tino y yo hemos trabajado juntos desde hace muchos años. Él ha colaborado en gran parte de mi discografía como percusionista y baterista, es un gran músico con el que me encanta compartir escenario.
-Usted ha hecho con él un disco sobre temas de Paco de Lucía. ¿Impone respete hacer canciones de un mito, y más aún cuando ese mito está vivo y en plena forma?
-Lo hicimos con el máximo respeto hacia la música de Paco de Lucía, y con una formación muy atípica, un cuarteto de jazz al uso, con piano, saxo, batería y contrabajo.
-¿Hacer jazz es para toda la vida, o volverá alguna vez al rock, género con el que empezó?
-Yo soy músico, y la música es para toda la vida. Ya casi ni me acuerdo de cuando empecé, y espero seguir el camino hasta el final, tocando muchos estilos. Intento aprender de todos, y no descarto tocar uno u otro. Depende del contexto.
-¿Le molesta la etiqueta flamenco-jazz para su música?
-Ni me molesta ni me deja de molestar. Lo de las etiquetas es una cuestión de los medios. Tienen que ponerlas para organizarse, para colocarnos en un estante. Con la música siempre ha sido así. Cualquier movimiento siempre ha recibido un nombre, y también sucede con la que hacemos un puñado de músicos de este país. Es un sello identificativo.
-¿Qué supone tener en el curriculum un disco mítico como 'Más allá de nuestras mentes diminutas', de Cai?
-Todo un orgullo. Fue el primer disco que grabé, allá por 1978, una época en la que de verdad se vendían discos y se planchaban los vinilos, cosa que se está volviendo a hacer, y me encanta. Mi música nunca ha dejado de tener que ver con ese grupo que formé en los 70, aunque en las formas, hoy en día mi música es diferente. Está basada en la acústica y en el piano, en estructuras armónicas y jazzísticas, en ritmos flamencos, en la improvisación, en cosas que ya utilizábamos en aquella época. Sigo teniendo bastante del grupo Cai.
-Es, junto a Triana, Guadalquivir o Bloque, entre otros, una leyenda del rock sinfónico español. ¿Qué recuerda de aquellos años de esplendor del género?
-Recuerdo una democracia con más gracia de la que tenemos ahora. Era el principio, todo el mundo tenía ganas de salir a la calle, de unirse, cosa que conseguíamos en los conciertos de rock. Recuerdo el Festival de Rock Andaluz, con quince o veinte mil personas en la plaza de toros. Éramos unos críos, y la vida nos permitió expresarnos como y con lo que queríamos. Fue una experiencia inolvidable. Hoy en día, me encuentro a mucha gente por el camino que me recuerda lo bien que lo pasábamos con ese grupo.
-¿Considera que 'Calle 54' fue un punto de no retorno para usted en cuanto al éxito discográfico? ¿Cómo valora esa experiencia diez años después?
-Fernando Trueba hizo un labor altruista con nosotros, los músicos. Nos puso en la ventana del celuloide, del glamour, de la gran pantalla, y ayudó mucho a los músicos que aparecimos en esa película. A mí me ayudó a entrar en el mercado americano, y también permitió que algunos músicos de allí vinieran a tocar aquí, a Europa. No tengo palabras para agradecer a Trueba el trabajo que hizo para los músicos que aparecimos en aquella película.
-¿Y colaborar con músicos de otros estilos, como Presuntos Implicados o Carmen París, es un divertimento o algo necesario para cualquier intérprete?
-Cuando me llama gente que, digamos, no son de mi entorno cercano, lo que tengo que hacer es sentirme identificado con lo que va a pasar. En el caso de Carmen, me presentó su música, y me pareció que hacía algo con ella, con la música popular de su tierra, Aragón, y me apeteció mucho trabajar con ella. Me ha pasado lo mismo con Martirio, con la que hice dos álbumes que para mi son una maravilla. Cogimos un material bastante olvidado, la copla, y le dimos una vuelta de tuerca, poniendo a nivel de ahora los estándares de aquella época. Cuando me siento al 100%, no me cierro puertas. Me atrevo con todo.
-¿Cómo definiría a su amigo Enrique Morente, fallecido hace unos pocos meses?
-Enrique era la Biblia del flamenco con patas, con una sabiduría tremenda. No he conocido a un músico que entendiera mejor el cante flamenco, con esa manera que tenía de ver las diferentes variaciones que había en esos cantes. Aprendí mucho con él. Era un maestro, lo sabía todo.
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