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Sociedad

Un réquiem humano

RAMÓN AVELLO

Sábado, 16 de abril 2011, 05:01

La música romántica creó dos tipos de réquiem. El réquiem basado en la liturgia católica latina, por ejemplo el de Verdi, y el compuesto sobre textos bíblicos y la tradición luterana, como el de Brahms. El réquiem católico con su epicentro en el 'Dies Irae', es un grito de rebeldía y de terror ante la muerte. El réquiem luterano es la expresión serena de un deseo de paz y de descanso. Sin duda este es el mensaje de 'Un Réquiem alemán', de Brahms, la monumental obra sinfónico coral escuchada el jueves en Gijón. A Brahms, el atributo de alemán no le convencía, y a un amigo le dijo: «Me gustaría que en vez de 'Un Réquiem alemán' se llamase 'Un Réquiem humano'». Y eso es lo que escuchamos el jueves. Un réquiem meditativo en el que la serenidad prevalece sobre el dolor, y la esperanza de los bienaventurados, sobre el temor y la nada.

Con esta idea de reflexiva serenidad, Maximiano Valdés, de nuevo al frente de su OSPA, abordó el 'Réquiem'. Una versión en general demasiado contenida, lo cual en algunos movimientos o episodios, como el sexto, veló las alusiones de Brahms al Dies Irae y al Juicio Final, o resto luminosidad a algunas secciones fugadas. Aunque la atmósfera del Réquiem sea, tal como la proyectó Valdés, meditativa, también hay relieves contrastantes y abruptos claroscuros que disipan momentáneamente esa niebla general que envuelve la partitura.

En el Réquiem de Brahms, el coro posee un protagonismo esencial, muy superior al de los solistas. El coro se proyecta en la obra de tres maneras esenciales. La primera dentro de la tradición de los corales alemanos, por ejemplo el coro de apertura al inicio de la obra, en la que se busca un empaste de conjunto de una sonoridad muy brahmsiana, perfectamente logrado por la Fundación. La segunda, como coral concertante en los episodios de los solistas, a los que refuerza emocionalmente o responde musicalmente. El tercer aspecto es el del coro como protagonista de los numerosos pasajes fugados y contrapuntísticos, como en la fuga del sexto movimiento, l que anuncia la desaparición del dolor y el llanto.

En alguna de estas partes fugadas, en el que las cuerdas se perciben individualmente, la afinación y la precisión fue completa, sin embargo, los tenores hubiesen requerido, pese a su buena sonoridad una intensidad un poco mayor.

Finalmente, resaltamos la corrección en los dos solistas, el barítono Klaus Häger y la soprano María Espada. La intervención de esta última en el quinto movimiento 'Ahora que estáis afligidos' tuvo un lirismo entrañable muy cercano al mundo del lied.

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