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OPINIÓN ARTICULOS

Tras las pistas de la literatura de Antonio Gómez Rufo

EDGAR BORGES

Viernes, 15 de abril 2011, 05:14

La llamada novela histórica tiene saltos tan irregulares como sorprendentes. Hoy, cuando buena parte de la literatura de este género se muestra simple y poco documentada, sigue pareciendo extraño que un escritor de las características intelectuales de Umberto Eco (más asumido como semiólogo que como novelista) lograra un éxito de ventas con una obra como 'El nombre de la rosa' (equilibrio entre erudición y aventuras). En España, una de las excepciones, que desde el siglo XX viene trabajando la novela histórica ('El secreto del rey cautivo' y 'La leyenda del falso traidor') al mejor estilo de Eco, es Antonio Gómez Rufo (Madrid, 1954), quien acaca de presentar su nueva novela 'La abadía de los crímenes'. Sin embargo, el autor, aunque admira la obra de su colega italiano, no reconoce que haya ejercido una influencia directa en su escritura. «Nunca pensé en esa novela ('El nombre de la rosa') mientras escribía 'La abadía de los crímenes'. Después me lo hicieron notar (por acontecer la acción en un convento y con unos crímenes en su interior), pero son novelas radicalmente diferentes. Me halaga la comparación, pero creo que se equivocan. Tengo más influencias de Dostoievski, García Márquez y, en esta novela, de Art Paassillina, sobre todo por el sentido del humor que tiene la novela, que en general es muy divertida».

Conversar con Antonio Gómez Rufo sobre 'La abadía de los crímenes' es sentir que en su discurso conviven dos fuerzas literarias. En su voz (tanto oral como escrita) se asoma un cuestionador de la compleja realidad del mundo, pero también un importante autor de novelas de aventuras. Y el lector (que lo escucha y lo lee) podría sospechar que el espíritu de las grandes aventuras literarias siempre tuvo de una u otra forma un deseo de lucha social.

En Gómez Rufo hay algo de la clave exitosa de Charles Dickens (el tino del éxito sin ceder la necesidad de arte) y parte de la voz incómoda de Albert Camus (atenta al engaño del orden establecido): «En mi novela, el rey Jaime I representa la vocación de crear un reino fuerte y unido. Y ya en 1229 una parte de la nobleza catalana buscaba la manera de independizarse de la Corona de Aragón. Sin embargo, con respecto al presente, son nacionalismos muy diferentes. Y sin embargo, del actual, no deja de sorprenderme el protagonismo de un problema que sólo existe en la cabeza de algunos políticos. Al fin y al cabo, el nacionalismo es una aspiración de la derecha política que, por ignorancia ideológica, algunos sectores de la izquierda han asumido como propia. Los nacionalismos son la ambición de la burguesía para aumentar su poder económico y en esa trampa han caído los sectores menos lúcidos de la izquierda. Porque la izquierda de verdad siempre fue internacionalista».

Y la voz crítica de Gómez Rufo entiende que los problemas de los países tienen que ver con la reiteración de la injusticia: «Pero el separatismo es políticamente caro, culturalmente empobrecedor, socialmente injusto, internacionalmente debilitador y económicamente suicida. Además, como explica Magris en relación a Serbia y los albaneses de Kosovo, cuando una minoría se convierte en Estado, de inmediato se convierte en una mayoría que oprime a otras minorías. Deberíamos aprender algo de lo que ha sucedido en la antigua Yugoslavia».

'La abadía de los crímenes' es una novela de múltiples situaciones que giran alrededor de un centro cargado de intrigas. Como en otras obras del escritor, la mujer protagoniza la fuerza psicológica de la historia. En este caso, el rol lo asume una monja detective que promete convertirse en una referencia para los lectores. Gómez Rufo es un observador incansable del universo femenino: «La mujer es el motor que mueve el mundo; los hombres, el mecanismo que hasta ahora lo ha hecho girar. Pero sin ellas la maquinaria se hubiera parado hace mucho tiempo. En 'La abadía de los crímenes', las mujeres representan el amor, el poder, la inteligencia y hasta el crimen. Es un escenario femenino en el que el hombre, el Rey, es sólo una manera de retratar o representar nuestras contradicciones. Por otra parte, Constanza, la monja investigadora que acompaña al Rey, es el personaje más entrañable de la novela. Me enamoró al escribirla y estoy seguro de que enamorará a los lectores».

En una ocasión, Ricardo Piglia dijo que toda literatura es un viaje o una investigación. Es posible que una cosa lleve a la otra sólo si se combinan talento y olfato de detective.

Antonio Gómez Rufo escribe para dejarle al lector las pistas que le permitan viajar (con placer) por su escritura.

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