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JUICIOS SIN VALOR

'El botellón', por Rosa Iglesias

ROSA IGLESIAS

Sábado, 9 de abril 2011, 05:08

La percepción del botellón no depende como puede parecer de la edad que uno tenga, ni de las ganas de farra callejera. Depende básicamente del lugar donde te pille. No es lo mismo vivir en la braña de Aristébano, donde que yo sepa no existe este concepto del bebercio. Que en los soportales de San Esteban, lugar muy recogido de las inclemencias del tiempo. O la propia plaza del Ayuntamiento donde los botelloneros apestados preparan sus cócteles baratos. Frente a sus propios padres que se toman una de sidra, o quince dependiendo del secañu. Y si se tercia una de quisquilla a las puertas de los chigres de enfrente. Practicando estos últimos lo que viene siendo el business class de los botellones.

Servidora es botellonera desde casi su fecha de nacimiento. Porque las giras son macro-botellones a los que tengo ido de la mano de mi abuelito. Eso sí, tomando Kas, que era el principio, la versión infantil de beber en lugares abiertos.

Las romerías deberían llamarse de otro modo, por ejemplo botellerías, porque son botellones con marco campestre. Que de siempre me llevaban mis padres con calzado cerrado, por los cristales.

A ver quién es el guapo de entre los playos, o de los gijoneses en general que no ha bebido en la Cuesta. Pues el que diga que no, o ye feu pa perru o una persona para desconfiar de ella. Hasta los chigreros de esa zona te dicen en verano «anda, toma algo fuera mientras te preparo la mesa». Entonces aquí tenemos el ejemplo de botellón aceptados socialmente por la hostelería y la clientela.

Existe también, esta versión ya de nueva hornada, lo que viene siendo la combinación botellera que practica el nuevo paria social. Se llama micro botellón/cigarrón. Porque algo tendremos que hacer los fumadores, gente con principios solidarios, para cumplimentar con la tabacalera y con la hostelería local. Y eso es tomarse algo mientras se echa un pitín. Que la calle de momento, hasta nueva orden, tengo entendido que es de todos. No hay que olvidar que ahora los carritos de bebés, están dentro de los bares y cafeterías. Ya casi no hay padres con niños en los parques.

Y después de tanto pensar en diferentes posibilidades para ofrecer una amplia visión del asunto que nos ocupa esta semana. Pilar Pardo se reúne (lo que llevan leído hasta ahora se me ocurrió a mí sola) y le comentan que el record de escanciado es fatal para la imagen de la ciudad.

Y tengo que darle la razón, porque nos lo copian todo, oigan. Fíjense ustedes en los botellones de Córdoba, Andújar, Badalona, Elche (no tengo espacio para seguir). Gente sin criterio que vive mirando pa Gijón. Algo tendrá la sidra cuando nos la bendicen.

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